Por Saúl Alvarez Lara
Me encontré con Diego Londoño en Otraparte, la casa del maestro Fernando González en Envigado, el mismo lugar donde hace poco presentó su libro sobre Los Yetis, aquella legendaria agrupación de rock de los años 60. El tráfico de la ciudad que ha sido narrada en las canciones de sus grupos musicales, según sus palabras, por poco le impide llegar a nuestra cita. Este joven egresado de la Universidad de Antioquia, dice que la música y el periodismo, en ese orden, son los motores que mueven su vida. Su pasión por la música se nota en la vitalidad con que habla de los grupos de rock, metal o punk de Medellín. Su dedicación al periodismo lo llevó a investigar cómo, en cuáles canciones y con qué historias, las bandas de rock, metal o punk han narrado la ciudad. La investigación fue la tesis de grado que llevó bajo el brazo por las instancias oficiales en busca de un editor que no encontró, hasta que alguien de Ediciones B, filial del Grupo Zeta en Colombia, lo escuchó en La Fiesta del Libro, se interesó por el tema y lo publicará este mismo año.
Medellín en canciones. El rock como cronista de la ciudad es una investigación musical sobre varios ejes temáticos, dice Diego: la pobreza, la inequidad social, el desplazamiento, la política, el territorio, los amigos, el amor, la ecología. “En los 90, por ejemplo, eran evidentes el sicariato, el narcotráfico, las bombas de Pablo Escobar. Investigo si las canciones narran esos hechos y cuando encuentro la correspondencia me voy detrás de la canción y cuento su historia. La elección de las canciones fue un trabajo de grupo con músicos de la ciudad. De ciento cincuenta, elegimos treinta canciones que son la base del libro. Fueron tres años de trabajo entre investigación y escritura…
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“En los primeros capítulos parece un libro de violencia, de desesperanza. Narra el mundo del sicariato, el narcotráfico, los carros bomba, el dinero fácil. Encontré que muchos de esos músicos recibieron propuestas para que dejaran la música y se volvieran sicarios porque pagaba mejor. Y no solo esto, otros problemas internos en la escena musical la hicieron más difícil: aparte de que un punkero y un metalero por sus diferencias de sonido, de tiempo y de estética no se podían ver, los sicarios se disfrazaban de punkeros o metaleros para delinquir…
“Estos músicos son aquellos que como cronistas narran en Crónica de Indias, de un grupo llamado Bajo Tierra, cuando una camioneta con gente rara llega a un bar, lo ocupa, consume, infunde miedo y piden la cuenta golpeando en la mesa con el anillo. La canción dice: ‘…Piden la cuenta / con el anillo golpean la mesa / son cuatro o cinco / nueve botellas / quién paga / los de la camioneta / siembran miedo y recogen la misma cosecha… / la misma cosecha… / la misma cosecha…’.
“Atentado terrorista, la canción de Ira, una agrupación punk, relata cómo un carro bomba por poco mata a uno de los integrantes de la banda. La Mojiganga cuenta historias de amigos y describe sitios de la ciudad. Calavera, del grupo Burkina, es la historia de un niño que se volvió malo y huye de todos lugares de la ciudad porque lo están persiguiendo: ‘…No volviste al parque El Poblado / del Periodista fuiste desterrado / Medellín te quedó pequeña / por lidiar con tanto enemigo / …Calavera…’.
“Ruinas, de un grupo de metaleros llamado Posguerra, habla de la tala de árboles que encontraron durante un recorrido en bicicleta por Envigado, Sabaneta, La Estrella…
“Caminito al cielo, de Desastre Capital, es la historia de una camioneta blanca que pasa por los bares y recoge gente que no aparece nunca más: ‘…Caminito al cielo / la ruta de la muerte / caminito al cielo / persígnate que te vas / caminito al cielo / si te montás no regresás’”.
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Mientras se toma una soda michelada, Diego agrega: “La narrativa de las canciones está desgarrada por el dolor y la violencia. Aunque ahora se canta al amor, a los amigos y ya no es tan marcada la violencia, en géneros como el punk o el hip hop siguen presentes las fronteras invisibles o las bacrim. Ahora hay una mezcla de temas, la violencia se narra como hecho puntual y la narrativa es cotidiana, estar en un café con un amigo puede ser tema para una canción”.
Diego Londoño es rockero, toca guitarra y armónica, Pero también es un periodista que encuentra en las letras de las canciones la historia de nuestra ciudad. Un libro para leer cuando salga.