La pintura de Reynier Ferrer (La Habana, Cuba, 1979), que la Galería Duque Arango expone por primera vez en Colombia, plantea la vigencia y el poder de una pintura abstracta dinámica y expresiva, que pone nuevamente en consideración algunos de los movimientos artísticos de mediados del siglo XX, definidos a partir de ideas como informalismo, pintura de acción y arte matérico.
Estas obras nos ofrecen la posibilidad de reflexionar acerca de los procesos del desarrollo histórico del arte, que presenta características diferentes a otros campos del trabajo humano. En la ciencia contamos hoy con metodologías e instrumentos infinitamente mejores que los de hace algunos años y reconocemos que ello permite progresos que, incluso, pueden ser medibles: la astronomía es hoy mejor que en los tiempos de Galileo, y quien se limitara a los métodos que se usaban hace cuatro siglos estaría haciendo una ciencia tal vez fascinante pero ya superada.
No obstante, quizá todos estaríamos de acuerdo en afirmar que un artista como Van Gogh, por ejemplo, sigue siendo insuperable y que no pasa de moda; es más, si lo pensamos un momento, todos caemos en la cuenta de que en el arte no se trata de eso: el arte no progresa como la ciencia, aunque sí tiene un desarrollo incesante que se dirige en todas las direcciones imaginables.
No es una línea ascendente sino una especie de espiral que siempre regresa sobre los mismos asuntos y debe hacer cuentas con sus posibilidades y sus aspectos conflictivos, pero que, por eso, se encuentra siempre en una posición diferente. Y, aunque a veces lo olvidemos, el arte abstracto puede seguir vigente.
En su decisión creativa, Reynier Ferrer asume un riesgo porque se enfrenta a algunos de los procesos más problemáticos del arte de las vanguardias.
Ante todo, como es evidente, su obra no busca una reproducción de las apariencias del mundo que nos rodea, sino que crea una nueva realidad, propia y diferente en cada una de las pinturas que nos entrega. Aunque nos habituamos a decir que esto es “arte abstracto”, quizá sería más correcto decir que es “concreto”: una pintura de Reynier Ferrer, como Emotional Rescue V, de 2023, no se explica por la semejanza con algo distinto de sí, como ocurre en el arte figurativo, sino que se limita a las relaciones y conflictos que se manifiestan entre los elementos que la conforman de manera concreta.
Pero el campo del arte abstracto es muy amplio y en ese medio el artista se decanta por la desaparición de formas definidas y estructuradas (por eso hablamos de un proceso “informal”) y se lanza a crear un espacio pictórico que ya no se basa en el manejo controlado del pincel sino en gestos amplios y, con frecuencia, violentos que, con los medios e instrumentos más diversos, despliega gruesas capas de óleo sobre la tela o materiales más líquidos que chorrean o salpican la superficie, en un contexto donde parecería que se impone el azar.
El proceso es peligroso desde muchos puntos de vista. Por una parte, a diferencia del clásico artista figurativo o abstracto que, a partir de un boceto previamente definido, va llegando a la obra terminada, aquí muchas decisiones sobre asuntos como los colores, la densidad de los materiales o la forma de aplicarlos, entre otros, se deben tomar sobre la marcha y, por supuesto, es fácil extraviarse. Nunca está garantizado que el artista llegue a un desenlace que él pueda considerar satisfactorio.
Por otra parte, ya desde mediados del siglo pasado era claro que muchos artistas desarrollaban una especie de procedimiento que le permitía un resultado que acababa siendo una repetición constante de sí mismo, cada vez más falsa y pobre porque, en definitiva, era cada vez más racional.
La variedad de Reynier Ferrer revela, sin embargo, que ese no es un destino irremediable. Es claro que en la creación de obras tan diversas no domina la razón sino una intensa conexión de la sensibilidad, emotiva y existencial, en la cual el proceso de la pintura da origen a un mundo que es siempre nuevo. El reto de Reynier Ferrer es mantener un profundo grado de concentración sensible donde el azar es solo aparente y se refiere apenas a algunos procesos de los materiales.
Pero si la conexión o concentración se pierde, se destruye la obra. Se dice a veces, con razón, que pinturas como estas no son apenas cuadros sino, más bien, fragmentos de vida vivida, una vida que se nos entrega a través de la gestualidad, violencia, sensibilidad, color y materia en movimiento.
Sin embargo, aunque pueda parecer paradójico, frente a una obra como Emotional Rescue V conviene detenerse, guardar silencio y atender a nuestra propia sensibilidad que, si estamos dispuestos a darle tiempo y a escucharla, quizá nos posibilite entrar en conexión con el mundo de Ferrer.
La exposición Inquietantes dicotomías será inaugurada el jueves 14 de marzo en la galería Duque Arango, y permanecerá allí hasta el 18 de mayo.