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Probablemente este fin de semana ya esté abierto un restaurante que se empezó a gestar hace 33 años cuando el artista bohemio Santiago Rojas le prometió a Gloria su novia, que todos los días le iba a regalar una rosa y que le iba a hacer una casa con piedritas. Un restaurante que es una obra de arte gigante. La constituyen una casa indescriptible construida con piedritas, un gran parqueadero privado y el restaurante El Otro Lao. La casa en si es un museo que el artista muestra auténticamente mientras narra su historia de amor “tirándole piedritas a una negra hermosa” camino a la casa de su novia oficial, que era prima… en fin una novela tan apasionante como esta casa con camas y baños de piedra, comedores con reverberos, fuentes con peces que saltan, árboles con arañas intocables, grutas, cascadas, puertas, escaleras imposibles, corredores y cuartos construidos a mano por el artista con materiales antiguos y claro, con piedritas.
Pero si la casa es de locos, al llegar al restaurante la cosa se pone mejor, pues el paisaje de esta parte de la obra al aire libre se complementa maravillosamente con la naturaleza, ya que está lleno de frutales gigantes que salen entre las mesas y miles de plantas y flores nativas que crecen entre cascadas que brotan de garrafas de aguardiente; describirlo es imposible, pero todos asocian el sito con las obras de Gaudí, como la mismísima Pilar Velilla que fue de sus primeras visitantes. Son varios ambientes, todos muy distintos, construidos con materiales de las estaciones del ferrocarril de Antioquia, casas viejas, iglesias y edificios públicos que el artista consiguió en gran parte regalados, a cambio de llevarse los escombros. La iluminación es con atanores del siglo IXX tallados y casi todos los muebles son distintos. La música seleccionada canción por canción la van a poner suave para que no compita con el ruido de las aguas. Un lugar que será destino obligado de visitantes a nuestra ciudad, tenía que ofrecer cocina colombiana, pero no típica, tan elaborada y auténtica como el sitio. La carta diseñada por los cocineros de la Casa Molina tiene tres entradas, “las 3 Glorias”, luego pocos platos fuertes, “Los duros con la arepa”, con nombres inusitados, clásicos en concepto culinario pero con aplicación de nuevas técnicas en su elaboración; la morcilla sacada de su envoltura y guisada va en una empanada de maíz delgada; el chorizo va directamente dentro de una arepa y el chicharrón “al disco con liposucción” lleva un proceso en el que pierde casi toda su grasa. Además un pollo con guaro, varias carnes con cortes poco comunes, un arroz, una trucha y unos langostinos. Los precios van de 8.500 hasta 35 mil pero el promedio es de unos 22.mil en los fuertes. La carta de postres, La Sobremesa, es extensa y su creador es feliz por no tener titamisú, cheesecake ni ninguno de sus parecidos “neopaisas” y más bien, puros clásicos en extinción con recetas renovadas, además incluye la leche si la pide”. El plato del día de martes a viernes al almuerzo será servido en legítimo portacomidas de peltre. El sitio tiene una carta bien larga de bebidas con muchísimos guaros inventados, malteadas con ron y todos los clásicos. La cerveza es de 3 Cordilleras artesanal paisa. Los vinos no son muchos pero si muy escogidos y con precios para todos los gustos. Las arepas son a la minuta, como todos los platos, así que no espere un servicio rápido de restaurante típico porque este de típico no tiene nada, por el contrario. La vajilla, cristalería, utilería y casi todo es colombiano y paisa. Tanto bebidas y comidas atienden a un ejercicio culinario de creatividad que ofrece una alternativa nueva y que está expresado en su slogan que aparece por todas partes: “La cocina de este restaurante no es mejor ni peor, sino distinta.” “Por supuesto que mi Casa Molina sigue siendo como mi mujer y la mantengo dominando mi corazón, además espero no cerrarla nunca, pero la verdad es que El Otro lao – LA CASA DE LAS PIEDRITAS ha sido como esa amante que me tiene desvelado y puede ser el examen final de mi carrera… aunque espero que no el último”… terminó contándonos su sueño el cocinero Álvaro Molina. El restaurante pertenece a la cuarta generación de artistas e imagineros de la familia Rojas y para sus dueños, especialmente para el artista, es sólo el principio. Envigado, Cra. 40 Sur Nº 30 – 65 ] Informes: 331 3111 |
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