Al norte del golfo de Morrosquillo está Sanguaré, una Reserva Natural de la Sociedad Civil. Un tesoro recuperado, que vale la pena conocer.
Es un atardecer de luna nueva, y navegamos en silencio por los estrechos canales de los manglares. Una vez llegamos a la laguna, esperamos unos cuantos minutos a que oscurezca totalmente y, de repente, con el movimiento de nuestros remos en el agua empiezan a aparecer unas pequeñas lucecitas, mágicas, cual “chispitas mariposas”.
Es hora de sumergirnos; el agua está tibia, y la danza de luz con cientos de miles de pequeños organismos que brillan, empieza. Estas criaturas son el plancton bioluminiscente, un espectáculo que deja sin palabras y que solo se puede ver en pocos lugares del mundo; entre ellos, Sanguaré, una Reserva Natural de la Sociedad Civil ubicada en el norte del golfo de Morrosquillo.
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La laguna en la que estamos es costera, de agua salada y, gracias a que está resguardada del mar por los bosques de mangle a su alrededor, podemos bailar con el plancton e intuir las decenas de especies de aves, anfibios, mamíferos y reptiles que en ellos habitan. Además, en las raíces de estos árboles crecen corales, esponjas, moluscos, crustáceos y peces bebés, por lo que “caretear” en ellas es asomarse a una de las principales guarderías del océano (y es otro espectáculo digno de ver). Por eso, y por ser fuente de alimento, madera y medicinas, los manglares son ecosistemas fundamentales para las comunidades humanas locales, las cuales también se benefician de la protección que estos ofrecen frente a la erosión causada por el mar y las tormentas, de sus funciones de filtración, limpieza y desalinización del agua, y del turismo de naturaleza. A nivel mundial, se estima que el valor de los beneficios que proveen estos ecosistemas es de 2.7 billones de dólares anuales, lo cual, sumado a su gran capacidad de absorber CO2 de la atmósfera, almacenándolo en el suelo, los convierte en ecosistemas prioritarios para la conservación y la bioeconomía.
El impacto de las áreas protegidas
En la Reserva Sanguaré los manglares limitan con otro ecosistema de alta importancia, pero que, desafortunadamente, en Colombia es hiperescaso: el bosque seco tropical. En él, que es típico de zonas con una alta estacionalidad climática (largos períodos de sequía con algunos meses de lluvias), habitan muchas especies endémicas -es decir, que solo viven en él-, y en las plantas es frecuente encontrar adaptaciones a estas condiciones (por ejemplo, espinas en los troncos). Su rol como refugio de biodiversidad es primordial, pero, además, también es esencial para las poblaciones humanas, ya que cumple funciones de regulación hídrica, control de plagas y enfermedades, y mantenimiento de los nutrientes del suelo. Teniendo en cuenta que la mayoría de estos bosques están en lugares donde también hay potreros y cultivos, estos “servicios ecosistémicos” cobran aún más relevancia.
Este es el caso del bosque de la reserva, el cual limita con tierras ganaderas. De hecho, hace 25 años, antes de que esta se creara, el bosque era un terreno de potreros. Sin embargo, hoy en día es un lugar que alberga árboles de gran tamaño y una alta densidad de vegetación, así como venados, yaguarundis, chigüiros, culebras, armadillos, osos hormigueros, ¡y hasta pumas que ya lo tienen en el radar como territorio de alimentación! Gracias al trabajo de restauración y conservación que ha hecho la reserva, la vida volvió a florecer.
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Tener la oportunidad de alojarse en Sanguaré es ver, de primera mano, los impactantes efectos positivos que sí pueden (y deben) tener las áreas protegidas. Más aún, cuando en ellas se encuentran ecosistemas amenazados, como los manglares y bosques secos, de los cuales en Colombia hemos perdido el 57 % y el 92 %, respectivamente.
Definitivamente, la existencia de este tipo de reservas es fundamental para lograr la preservación de la naturaleza y la subsistencia de miles de personas que dependen de ella. Por eso, ¡salud por la importantísima labor que hacen Sanguaré y las demás Reservas Naturales de la Sociedad Civil del país! Su existencia es imprescindible para la vida.
¿Quieres visitar Sanguaré?
A la Reserva Natural Sanguaré se puede llegar por tierra, desde Medellín, o por vía aérea, llegando a Tolú, Corozal o Cartagena, y desde allí transportarse hasta la reserva. Ofrece habitaciones cómodas y frescas, y alimentación completa (¡y deliciosa!).
¿Recomendaciones? Llevar ropa cómoda, tenis o botas para visitar el bosque, repelente, vestidos de baño y linterna.
¿Más información?
reservanaturalsanguare.com Teléfonos: 3136593203 o 3136595707.