Permitamos que el cerebro humano moderno haga su trabajo: suprimir los impulsos del reptiliano, y renunciar a muchos de sus instintos.
Hay que construir sobre lo construido. Esa es la estrategia que usa la naturaleza: de lo simple a lo complejo. Un ejemplo es la evolución. No la he estudiado como me gustaría haberlo hecho, pero me gustaría discutir acerca de algunas consecuencias de este proceso que considero importantes para el mundo moderno.
La civilización es producto de la última capa evolutiva del cerebro, aquella que nos permitió desarrollar el lenguaje, la capacidad de generar ideas complejas y de lidiar con conceptos abstractos, e incluso la posibilidad de crear el arte. Este es el córtex cerebral, el cerebro humano. Más internamente se encuentra el sistema límbico, la parte emocional del cerebro; el cerebro mamífero. Es el epicentro de las emociones y del comportamiento y evolucionó en nuestros ancestros mamíferos (pero no primates). Finalmente, en la parte más interna se encuentra el cerebro reptiliano o complejo R. Es la estructura neuronal más primitiva, aquella que controla los instintos, la necesidad de dominar y sobrevivir.
Todas las capas del cerebro cumplen una importante función, sin duda. Al cerebro humano le tocó además la difícil tarea de buscar una tregua con los otros dos. Hace un enorme esfuerzo por permitirles contribuir, pero con mesura. Siempre he dicho que, en particular, el cerebro humano ha permitido ese surgimiento de la modernidad al suprimir los impulsos del reptiliano, al renunciar a muchos de sus instintos. La civilización es civilizada (guardando proporciones) porque no matamos al otro (no es tan lógico, los invito a leer a Jared Diamond), no saltamos sobre quien nos atrae sexualmente (buscamos aprobación para hacerlo) y no defecamos en donde nos cogen las ganas (a cielo abierto, quiero decir).
“Pero hay violadores, asesinos y gente que defeca (por lo menos orina) en cualquier parte”. Ok. Pero esa no es la regla, es la excepción. Por más pesimistas que seamos, ¿se imaginan que fuera la regla? En la mayoría de los casos (otro día discutiremos lo de la orinada), quien lo haga está averiado, tiene un grave problema para controlarse. Su cerebro reptiliano domina su actuar.
Yo veo ese orgullo de todas las religiones por la obra cúspide de la creación de su o sus dioses. Más cercana a mi manera de ver el mundo, veo a la ciencia maravillarse con ese resultado de la evolución. Hasta a los más conservadores los veo beneficiarse de los avances que hemos logrado (los Amish usan ruedas, tejidos y fuego). Por otro lado, veo al cerebro reptiliano reclamando protagonismo. A veces ni logro detectar la lucha del cerebro humano para retomar el control. Antivacunas, negacionistas del cambio climático, racistas, sexistas, homófobos, xenófobos, extremistas políticos. ¿Será que la teoría de conspiración que dice que hay una raza de reptiles que dominan al mundo no es tan conspirativa después de todo?
Detengámonos, respiremos, analicemos, razonemos, deliberemos, meditemos. Todos tenemos que caber en este mundo. Todos tenemos que contribuir a hacerlo un lugar más agradable. Dejemos que el cerebro humano haga su trabajo.