Pensemos dos veces antes de tirar algo a la basura. Hagámonos dos preguntas: ¿será que puede ser útil para algo más? ¿será que puede ser útil para alguien más?
En esta, la sexta columna con la temática de las 7R’s del consumo responsable, les voy a hablar de Redistribuir. Esta es quizás la R más abstracta, y por tanto la más difícil de convertir en acciones en la vida cotidiana, porque en una sociedad como la nuestra, en la cual nos hemos acostumbrado a poseer los objetos que necesitamos para nuestras actividades diarias (automóviles, herramientas, dispositivos electrónicos, utensilios de cocina, ropa, entre otros), de pronto no es muy fácil comprender que es posible compartir, prestar y/o arreglar.
Hablar de esta R abre un debate interesante y nos cuestiona desde lo más profundo de nuestro sistema económico.
Redistribuir comienza con ser conscientes de que existe un desequilibrio en la distribución de la riqueza; por lo tanto, es la capacidad de equilibrar nuestros consumos y desechos, para generar un menor impacto en nuestro planeta Tierra. Parte de este problema descansa en las particularidades de nuestro sistema económico actual: un sistema lineal, en el que se produce, se usa y se desecha. Esto genera que una gran cantidad de materiales que son susceptibles de ser reciclados, reusados, reutilizados y reparados, queden convertidos en basura, enterrados en un relleno sanitario, generando problemas ambientales.
En este caso les hago una propuesta simple –como siempre he tratado de hacerlo- para comenzar a redistribuir: si aplicamos los principios de la economía circular, podríamos evidenciar qué acciones tomar desde nuestra vida cotidiana.
La economía circular es un sistema que aprovecha al máximo los recursos, evitando generar residuos en la cadena de extracción, producción, comercialización, consumo y desecho. En este sistema se busca implementar algunas de las R’s de las que hemos hablado: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Se le llama también la economía de la naturaleza, porque para la naturaleza la basura no existe: todo lo que se genera como residuo, es aprovechado al máximo por bacterias, hongos y demás seres que ayudan a sintetizarlo y convertirlo en abono.
Aplicaciones posibles en el día a día
Para aplicar la economía circular y hacer de la Redistribución una práctica cotidiana, podemos:
- Conocer nuestra huella ecológica: indicador ambiental que mide la superficie del planeta necesaria para producir los recursos que se necesitan para abastecer nuestros consumos y para absorber nuestros residuos. Hay diversas plataformas on line que, por medio de un cuestionario, nos indican cuántas superficies planetarias necesitaríamos y cómo podemos reducir nuestro impacto.
- Evitar la compra de artículos que son innecesarios: estamos todo el tiempo expuestos a mensajes publicitarios que lo que buscan es que compremos artículos nuevos cada vez. Lo que busca la obsolescencia programada es que nuestros objetos se dañen pronto para ser renovados.
- Pensar dos veces antes de tirar algo a la basura: para lo cual aconsejo hacerse dos preguntas ¿será que puede ser útil para algo más? ¿Será que puede ser útil para alguien más? Hay muchos objetos que pueden reutilizados, reusados y/o compartidos. Realizar compostaje casero es una muy buena forma no solo de reutilizar nuestros residuos, sino también de reducirlos.
- Reparar los artículos: estamos acostumbrados a desechar lo que se daña, sin embargo, en muchos casos, podemos reparar para seguir usando.
- Separar correctamente en la fuente (Reciclar): les propongo que esta sea la última opción que nos queda cuando debemos tomar una decisión con un objeto que creemos obsoleto, lo cual nos obliga a pensar primero cómo reducirlo, reusarlo, reutilizarlo y repararlo.
Y ustedes: ¿cómo creen que podrían redistribuir en su día a día?