Como en la vida real, en los ambientes digitales se deben asumir las consecuencias de los actos. Por acciones en redes sociales se está volviendo más común la pérdida de empleos por publicaciones.
Por: Tomás Molina Pineda
Plataformas digitales como Linkedin se han convertido en espacios propicios para encontrar empleo o para que las empresas detecten talentos. Sin embargo, el mal uso de las redes sociales puede tener consecuencias contrarias.
La coyuntura actual, en donde cada vez nos sorprende más el alcance de un contenido publicado y la falta de un uso responsable, les ha traído problemas a usuarios que han cruzado la frontera de lo personal para llegar a lo profesional, al punto que han perdido sus trabajos por publicar información que afecta la reputación de su empresa y de ellos mismos.
Durante el Mundial de Rusia 2018, se hizo viral el caso de un empleado de Avianca que, junto con otros dos amigos y pese a la prohibición local, apareció en un video consumiendo una bebida alcohólica dentro de un estadio. La publicación tuvo tal alcance que, además del repudio de una multitud de usuarios en el país, el funcionario fue despedido por la aerolínea.
La empresa señaló en su momento que el comportamiento del trabajador iba en contra de los principios y los valores corporativos. Ante este panorama se traza una delgada línea: ¿en qué punto el empleador puede intervenir la vida social y privada del empleado?
“Uno tiene una vida pública, una privada y una secreta. Y no puede entender las plataformas digitales como si tuviera una vida paralela: si usted es una persona correcta debe ser consecuente, si no quiere que algo se sepa, no lo publique y si está en situaciones en que no quiere que se vea lo que está haciendo, dígales a los demás que no graben. El desafío es simple: entender que uno tiene una sola vida y no hacer algo de lo que después se pueda arrepentir”, manifiesta Perla Toro, experta en redes sociales.
La capacidad de las plataformas digitales de transmitir en vivo aumentan las posibilidades de poner en riesgo nuestra vida privada. Ante este panorama, el reto es grande en materia de educación y de conciencia sobre el uso responsable de las redes sociales.