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Razones para despachar el trago
Pocas cosas serán tan irónicas como levantar un vaso lleno de licor y decir “salud”. Disminuir las cantidades de consumo puede mejorar las condiciones de salud física y mental. Incluso el abandono total de alcohol no es una práctica exclusiva de personas en recuperación de alcoholismo.
Dice el mito griego de Prometeo que este titán, después de darle el fuego a los mortales, fue condenado a estar atado a una piedra mientras un águila le despedazaba su hígado cada noche. Cada mañana, el órgano se reconstruía a la espera de una nueva tortura. Algunos consumidores de alcohol pasan sus fines de semana así.
Muchos creen que este mito indica que los griegos sabían sobre las propiedades regenerativas del hígado, pues en efecto este es el único órgano capaz de reconstruirse a sí mismo de los daños que nuestros estilos de vida le causan. Pero el problema es con el exceso de licor y la edad a la que se empieza a tomarlo, donde se alcanza un punto tóxico en el que no logra recuperarse más.
Dice Juan Carlos Restrepo, hepatólogo de la Unidad de Trasplantes del Hospital Pablo Tobón Uribe, y jefe del posgrado en hepatología clínica de la Universidad de Antioquia, que Colombia ocupa el primer puesto en consumo prematuro, con un 87% de menores de 17 años que han consumido alguna forma de alcohol. Recientemente este especialista dio una conferencia a jóvenes y adultos, sobre las consecuencias del consumo de alcohol, y se llevó una gran sorpresa al complementar la estadística anterior con preguntas de “niños de 15 años o menos, que querían saber cómo tomar sin que les hiciera mucho daño”. Y si bien el consumo en los adolescentes y niños es preocupante, eso también habla del entorno al que están expuestos, más precisamente el consumo de los adultos que se ocupan de ellos.
Dice el doctor Restrepo que un hombre adulto que consume 80 grs. de licor diarios, es decir 6 tragos diarios aproximadamente, o su equivalente a la semana, puede tener la certeza de que en 10 años tendrá un hígado graso. Esto significa que el hígado, para defenderse de los daños causados por el trago, las drogas y el sobrepeso, se recubre de grasa, entrando en un proceso de inflamación con tejido fibroso que causa cirrosis, peritonitis o cáncer de hígado. Para las mujeres, la medida es 40 gramos diarios.
Uno podría asimilar esta cantidad como una exageración, pero aterrizándolo un poco, no son tan distantes las cantidades que se consumen, o consumieron, de los 20 a los 35 años de edad, aunque sea solo durante los fines de semana. Media botella de ron o aguardiente, jueves, viernes y sábado sería suficiente para alcanzar una cantidad preocupante.
Ya discutido el punto más importante y dañino, Luz Elena Jaramillo, nutricionista de la Universidad de Antioquia también propone aniquilar el alcohol de la dieta diaria, ya que es un producto que no tiene ningún valor nutricional, y además es altamente calórico. Ella le permite a sus pacientes disfrutar de una bebida alcohólica ocasionalmente, y solo cuando han alcanzado su peso ideal y el plan de nutrición consiste en mantenimiento. Además dice que no es amiga de los extremos, y recuerda que una copa de vino tinto al día puede traer beneficios para el corazón, pero quienes luchan con su peso deben saber que “el cuerpo primero metaboliza el alcohol, dejando las grasas y carbohidratos de la comida almacenados como grasa, en lugar de usarlos como energía y combustible”.
Al hablar específicamente de los licores que son peores para la dieta, el ganador es el tequila. Aunque tiene la misma cantidad de calorías que el vodka o la ginebra, tiene 2,5 carbohidratos por cada onza, mientras que los otros dos tienen cero. Lo que ella recomienda es vermouth “un licor cuyo beneficio está en sus pocas calorías y en que se toma lentamente, y así uno no está llenando la copa continuamente”.
Un motivo más para hacer del trago un tradición única a diciembre, sería el estado anímico y el comportamiento social. Muchos licores tienden a deprimir en el momento en que se consumen, otros tiene un efecto contrario y mejoran cualquier rumba. Pero dice Camila Mejía de Bedout, psicóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana, que la mayoría de los guayabos producidos por licor, independiente de sus efectos durante el consumo, son altamente depresivos. Es decir, quienes no sufren de depresión, no se siente bien con ellos mismos, y pueden pasar por episodios difíciles que culminen, a largo plazo en depresión. Quienes sí padecen trastornos depresivos, agudizan la sintomatología con el licor. A estas personas les cuesta “regresar a la vida normal, o medianamente tranquila que llevan con antidepresivos” y pueden caer aún más profundo en su depresión.
Los agravantes para Camila son la falta de juicio y criterio cuando consumimos alcohol. No se trata solo de entregar las llaves, “lo cual es fundamental, sino de otras elecciones que no pensamos que vamos a tener que hacer cuando empezamos a tomar”. Se refiere a qué horas regresamos a la casa, esto qué ejemplo o que mensaje le envía a nuestras familias, o a quien llevamos a la casa o en casa de quien dormimos. Cómo ofendemos al hablar de forma desinhibida y en qué situaciones peligrosas nos ponemos a nosotros mismos y a otros por no tener la capacidad de tomar la decisión adecuada y responsable.
Además de remordimientos, el guayabo trae una incapacidad física que priva a las persona de hacer ejercicio, disfrutar un domingo en familia, o comer tranquilamente, todas esas actividades que fomentan y desarrollan el bienestar físico y emocional.
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