Tres días estuvo incapacitado por dengue Alejandro Balvin, vigilante de una urbanización de la loma de Los González. El virus lo contrajo ejerciendo su labor, expuesto a los malos olores y la presencia de mosquitos que origina la contaminación de las aguas de la quebrada La Sucia, que pasan justo por debajo, a cielo abierto y sin canalizar, de la caseta de la portería donde trabaja.
Un problema antiguo, pero que se ha reforzado con las obras que se ejecutan en la transversal Inferior con Los González, de construcción de un intercambio vial.
Le puede interesar:
Así lo señala EPM, que visitó la quebrada La Sucia el miércoles 29 de enero y halló una obstrucción del colector del costado norte de la quebrada, a la altura de la carrera 35, que ese mismo día fue retirada.
“Esta obstrucción fue generada por el ingreso de arena, triturado y residuos de construcción de trabajos que se ejecutan en la parte alta (posiblemente en la cobertura)”, agregó EPM, que confirmó que la red de alcantarillado quedó en condiciones normales de funcionamiento al eliminar la descarga.
Los padecimientos
Paola Tabares, residente hace seis años de la urbanización donde labora Alejandro, dice que desde 2017 le han enviado cartas a EPM reportando el inconveniente que les genera malestar. Ella tiene tres hijos y los protege como si estuvieran en cuarentena. Debe cerrar todas las ventanas para evitar la presencia de los mosquitos, pero ni eso vale.
Visité la unidad el jueves 30 de enero, sus aguas no presentaban un aspecto de deterioro, sin embargo, el olor era nauseabundo. Omar Muñoz, vigilante, señala que a veces ve pasar excrementos, la espuma se levanta varios centímetros y le ha dado daño de estómago y dificultad para respirar.
“Lo que hace que están en obras está peor. Todos los vigilantes hemos estado enfermos”, reporta Muñoz, quien describe cómo algunos días, del tubo colector sale agua “negra”. Las secuelas se ven en algunas piedras de la quebrada La Sucia.
Uno de los hijos de Paola tiene un año y casi no puede disfrutar del aire libre en las tardes. El “acuartelamiento” inicia desde las 3:30 p.m.
Mientras converso con ella, otro vecino sale en su carro y pide, casi que ruega, que haya una solución “urgente, para poder, al menor, respirar sin dificultad”.
Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]