La lista de exigencias de los niños a veces es enorme. Los padres tienen que conciliar, pues dar en exceso también es perjudicial.
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Seguro le pasa. La lista de regalos que los niños tienen debajo del árbol de Navidad es interminable. Y la duda llega: ¿qué tantos obsequios darles? La pregunta es normal, sobre todo en un momento en el que muchos padres compensan su falta de tiempo con juguetes.
Pero, ¿qué tan bueno es darles gusto en todo? Claudia Acosta, consejera en el Deutsche Schule Medellín, explica, en primera instancia, que los obsequios hacen parte de los rituales de fin de año: “está bien pensar en ellos”, dice. Pero también hay que reflexionar sobre dos cuestiones: “qué tanto damos y para qué damos”.
Muchas veces, los regalos más recordados no son los más caros, sino los que más generan vínculos entre la familia. No importa el precio, sino que al abrir se descubra que se pensó en uno.
Los juguetes
Para la sicóloga Acosta, regalar debe ser una actividad con un objetivo pedagógico. Y en este punto hace claridad en que los juguetes son importantes pues son “mediadores del juego”. Sin embargo recomienda tener en cuenta elementos importantes a la hora de elegirlos: “deben corresponder a la etapa de desarrollo”. Y también al nivel de interacción física que se requiere: “que tengan algo que hacer, que haya retos y desafíos, que estimulen la imaginación y planteen juegos de rol”.
Los mejores juguetes: aquellos que ayuden al desarrollo motor, que impliquen comunicación con otros, que estimulen la creatividad. En la lista, por ejemplo, juegos como Estralandia (que acaban de relanzar), plastilinas, disfraces, libros y muñecos, entre otros. La especialista hace énfasis en que una pantalla nunca será el mejor regalo, “y si es necesario, ojalá que sea después de los 10 años”.
¿Cuántos regalos?
Si por los niños fuera, el 24 llegarían 20 regalos. “Pero un niño no les pone atención a esos 20 obsequios”, explica Claudia. De todos, siempre habrá uno o dos que se llevan la preferencia. Por ello, se puede hacer un ejercicio para que los niños aprendan a priorizar y de ese modo, es más fácil saber qué es lo que más desean. También debe explicárseles que, a pesar de que la lista sea grande, no se puede tener todo. Y esto va más allá, pues, además, sirve para empezar a crear conciencia frente al consumismo.
Otro punto importante es conversar con la familia cercana (abuelos y tíos), para generar conciencia sobre la cantidad de regalos que harán. De hecho, si la lista es grande puede compartirla para que cada uno se encargue de uno de los ítems.
Recuerdos valiosos
Pero más allá del regalo (juguete, libro, tecnología…), la Navidad es para construir memoria, pasar momentos inolvidables. “Muchas veces, nos acordamos más de las personas que de los regalos”, dice Claudia. Por eso, en esta época una de las invitaciones es a acompañar a los pequeños. “Que los presentes en esta época sean la expresión del amor, muchos niños cambiarían todos sus regalos porque sus papás pudieran pasar más tiempo con ellos”. Por eso, también se vale dar experiencias: una tarde de cocina haciendo galletas, un día de paseo, un juego de mesa como plan para una noche a la semana, hacer manualidades juntos… La lista es interminable.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]