El tema más relevante de los abarcados durante el Séptimo Foro Urbano Mundial ONU-Hábitat (WUF7) realizado en Medellín, es el desarrollo equitativo de las ciudades como un requisito indispensable para hacer de estas un verdadero lugar para la vida y lograr un mayor desarrollo económico.
La importancia de las ciudades radica en que cada vez más personas se trasladan a vivir a ellas y se integran a su economía. A medida que aumenta la concentración de habitantes, surgen problemas que inciden en la calidad de vida e impactan el desarrollo: contaminación ambiental, congestión vehicular, inseguridad, extensión geográfica, pobreza, indigencia y desigualdad. De todo esto, Medellín es un claro reflejo.
Según expertos presentes en el WUF7, como el nobel de economía Joseph Stiglitz, situaciones como las anteriores no constituyen necesariamente una sin salida, pues los gobiernos locales pueden jugar un papel fundamental en el tratamiento de esas y otras fallas. Aseguran que por medio de la planificación de largo plazo y el desarrollo de mayores oportunidades para que las personas alcancen su máximo potencial, se podrían lograr ciudades más equitativas.
De ahí que parezca vital que en momentos en que la ciudad está emprendiendo grandes proyectos de transformación urbana, como las Unidades de Vida Articulada (UVA), el proyecto Parques del Río Medellín o el Cinturón Verde Metropolitano, la ciudadanía esté vigilante de que el gobierno municipal cumpla con los criterios de planificación a largo plazo y la creación de mayores oportunidades para los más rezagados.
Sin embargo, consideramos que no es suficiente, que más que veedurías se necesita participación ciudadana directa. Y aquí viene lo complejo del asunto, pues en una sociedad como la nuestra, donde hay un alto desprestigio y falta de credibilidad en la clase política, la apatía tiende a afincarse, lo que se traduce, en muchas ocasiones, en bajos índices de participación en procesos sociales y democráticos. Este divorcio entre gobierno y ciudadanos, sumado al irrespeto generalizado entre seres humanos en la vida cotidiana, es un fuerte impedimento para los avances sociales.
En contra de la consolidación de una ciudad más equitativa también actúa una arraigada exclusión, no solo de las clases más desfavorecidas sino de la población con mayores recursos. Desde lo público, este rechazo se evidencia en la carencia histórica de andenes, espacios públicos y culturales en barrios como El Poblado, por no ahondar en otros terrenos. También juega en contra la calidad de la educación. Se hacen, sí, inversiones en cobertura y en instalaciones físicas, pero los bajos índices de calidad siguen siendo contundentes. En fin, son muchos los retos a superar.
Gobierno y ciudadanos tenemos pues una larga tarea por delante si queremos que el Foro Urbano Mundial deje una huella perdurable que trascienda las relatorías, la cifra de visitantes y el orgullo por la buena vitrina que se ha dado la ciudad.