La mayoría de personas pasa dormida por su vida, descontando los días al próximo fin de semana, y se pierde del poder interior que tiene para sentir felicidad y plenitud.
La vitalidad es la práctica de estar presentes y conectados con nuestra vida. Cuando tenemos vitalidad nos sentimos energizados y nuestras emociones fluyen con naturalidad. Lo opuesto a la vitalidad es la atonía. Cuando estamos en atonía, adormecemos nuestros sentimientos, nos guardamos partes de nuestra personalidad y no expresamos lo que deseamos. Cuando tenemos vitalidad nos expandimos; en atonía nos encogemos.
La vitalidad puede ser expresiva o silenciosa. Podemos sentir vitalidad en la calma de un amanecer, arrullando a un bebé o cuando meditamos. También la sentimos en el abrazo eufórico de un amigo, cuando reímos a carcajadas o tomamos acción.
Todo lo que hacemos lo podemos hacer con vitalidad o con atonía. Podemos reconocer si algo lo hacemos con vitalidad porque después nos sentiremos energizados en vez de drenados. Por ejemplo, podemos ver una película practicando la vitalidad –le damos 100% de la atención a la película, nos perdemos en la historia de los personajes y percibimos cada uno de sus sentimientos–. O podemos verla en atonía, sin conectarnos con la historia, distrayéndonos con el celular y casi ni mirando la pantalla. Cuando vemos la película desde la vitalidad la disfrutamos muchísimo más.
El principio de vitalidad es algo que puedes practicar en todo lo que haces y es fundamental para tener una vida plena. La mayoría de personas pasa dormida por su vida, descontando los días al próximo fin de semana o vacaciones, y se pierde del poder interior que tiene para sentir felicidad y plenitud. La vitalidad es una decisión.
Te comparto quince estrategias para practicar la vitalidad:
- Canta a todo pulmón en la ducha o en el carro.
- Prepara un desayuno diferente al que comes todos los días.
- Ponte una meta de terminar un proyecto en tiempo récord y enfócate para lograrlo.
- Cambia de ambiente: trabaja desde un café, un museo o un parque.
- Empieza una guerra de almohadas con tu familia.
- Pídele a tu jefe una responsabilidad nueva, algo que te asuste un poco, pero que te permita crecer.
- Invita amigos a tu casa, cocina para ellos e invítalos a participar en algún juego de mesa.
- Ten conversaciones interesantes con desconocidos. ¿Qué te gustaría saber de ellos?
- Asume que eres un regalo para otros y comparte tus dones con generosidad.
- Vístete de una manera diferente, permite que otros te vean.
- Ensaya una clase de algo que jamás hayas hecho: pintar, bailar, patinar.
- Expresa tu opinión en una reunión con amigos o en el trabajo.
- Pasa tiempo con niños y juega como si tú fueras un niño.
- La próxima vez que cometas un error, en vez de darte palo, celébralo.
- Deja que alguien te abrace por un rato más de lo que estás acostumbrado.
Como puedes ver, con estas ideas practicar la vitalidad es fácil, solo debes tomar una decisión consciente de participar 100% en tu vida. No cuesta dinero. No necesitas que alguien te lo apruebe. Tú eres el único que puede elegir si dormir mientras estás vivo o realmente estar presente. Ensaya por un solo día vivir con vitalidad, verás como te sientes muchísimo mejor.