La guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto en evidencia el absurdo: ¿Por qué en Colombia dependemos tanto de otros países, si tenemos tanta biodiversidad y tierras disponibles para alimentarnos?
Noventa y nueve punto nueve por ciento. ¡99.9%! Ese es el porcentaje de trigo que importamos en Colombia. Es decir, solo el 0.1% de este cereal -que es la materia prima del pan, las galletas y todos sus derivados- lo producimos en el país. Además, como consecuencia de la guerra entre Ucrania y Rusia, dos de los principales productores de trigo del mundo, el precio de este alimento tan básico ha subido un 40%. ¡Un 40%!
Cuando escuché estas cifras en el radio quedé en shock, por lo que estas implican en materia de inseguridad alimentaria para Colombia -donde ya tenemos casi 16 millones de personas consumiendo dos o menos comidas al día, según la Asociación de Bancos de Alimentos-, y porque, además, evidencian nuestra brutal dependencia del exterior en cuanto a alimentos: no solo sucede con el trigo, sino también con el maíz (solo producimos el 25% de este cereal con el que se hacen nuestras amadas arepas -y tamales, que a tantos les encantan), la soya, las lentejas (en Colombia no se producen) y hasta los fríjoles, algo también inaudito, dada la gran variedad de estas delicias que tenemos en el país.
Al profundizar un poco más sobre el tema, no puedo dejar de preguntarme por qué en Colombia tenemos tales problemáticas, siendo el segundo país más biodiverso del mundo (o el primero por unidad de área). ¿Acaso no tenemos suficiente variedad de alimentos? ¡Claro que la tenemos! La biodiversidad también está en la comida, y no solo en las selvas remotas. ¿Será un problema de déficit de tierras cultivables? Parece que no, pues, según dijo en 2021 el viceministro de Asuntos Agropecuarios, en Colombia solo se está usando el 17.5% del suelo con vocación agrícola (aunque, ejem, se está deforestando la Amazonía para volverla potreros).
Entonces, yo me sigo preguntando… ¿Por qué aquí comemos igual que el resto del mundo, y dependemos tanto de otros países, si tenemos tanta biodiversidad y tierras disponibles para alimentarnos? ¿Qué pasaría si se promovieran los cultivos agrodiversos y agroecológicos, y simultáneamente se invirtiera en la tecnificación del agro y en los componentes social y ambiental de las cadenas de comercialización y abastecimiento? Yo creo que el impacto sería muy positivo. De hecho, a escala local ya hay casos de éxito que lo demuestran: Agromandala, Tierra Yai, Camino a la montaña, Tierra Príncipe Conejo o Vitaorgánicos, son ejemplos de cultivos agroecológicos que están generando resiliencia y seguridad alimentaria en las comunidades con las que trabajan y en los consumidores que les apoyan.
¿Cómo sería si en Colombia cada vez hubiera más proyectos como estos y cada vez fuéramos más quienes consumimos sus productos? Estoy segura de que ese 99.9% que me dejó en shock no nos impactaría tanto como país y podríamos enfrentar eventos extremos que afecten la producción mundial de alimentos (como una guerra o la crisis climática). ¡Salud!