Por el aire que respiramos

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  Por: Juan Carlos Velez  
 
Cuando en horas de la tarde de un día de verano se desciende por la vía de Las Palmas hacia la ciudad, se alcanza a apreciar una fina capa de smog, producto de la contaminación de cientos de miles de fuentes móviles y de múltiples industrias, que cubre todos los días el cielo de Medellín.
Es tal la contaminación de nuestro aire, que el número de habitantes de este Valle que padecen enfermedades pulmonares, aumenta cada año, y muy especialmente en la población infantil. Es increíble entonces, como en nuestra ciudad nos estamos envenenando poco a poco y no nos damos cuenta.
Los buses que funcionan con combustible diesel, las motocicletas de dos tiempos, la tala de árboles indiscriminada en la zona urbana para construir más edificaciones, las quemas de la cubierta boscosa de los cerros que circundan la ciudad y el régimen de vientos del Valle del Aburrá, son factores que contribuyen definitivamente a que Medellín sea la ciudad que tiene el aire más contaminado del país, por lo que el riesgo de padecer una enfermedad pulmonar que pueda poner en riesgo la vida de una persona, es muy alto.
Para ilustrar lo aquí expresado, vivir en el centro de Medellín podría significar el consumo de dos cajetillas de cigarrillos diarias, por el alto grado de contaminación que padece esta parte de nuestra ciudad.
¿Qué se ha hecho por remediar esta situación? A mi modo de ver, muy poco. Se ha establecido un pico y placa para las motos de dos tiempos y se ha obligado el cierre de algunas industrias contaminantes, pero lo más importante que es controlar la contaminación que producen las fuentes móviles que funcionan con diesel, aun no se ha hecho.
Es increíble que los estudios de salubridad exigen que el número de partes de azufre por millón (ppm) en el diesel debe ser de sólo 50, y hoy por hoy en la capital de Antioquia esas concentraciones superan hasta las 3000 (ppm). Es decir, cuando en La Avenida El Poblado, en La 80, en La 30 o en el Centro recibimos de un bus ese grueso y negro humo que expulsan, estamos respirando puro veneno. Las concentraciones de toxinas que contiene dicho humo son tan peligrosas que no lo podríamos ni imaginar.
Tenemos que actuar inmediatamente. No podemos esperar más. Me parece que la discusión hoy en lo que tiene que ver con la contaminación atmosférica no se debe circunscribir exclusivamente a que si el Metroplús debe funcionar con gas o con electricidad, sino proceder de manera inmediata a exigir el cumplimiento de las regulaciones que en la materia se han expedido en los últimos días.
Por ejemplo, el exigir la aplicación de la reciente Ley 1205 de 2008, en la cual se establecen unos plazos para ir adecuando el diesel, que no debe ir más allá del 1° de enero del año 2013, fecha en la cual el número de partes de azufre no debe superar las 50 por millón. Sin embargo, tal como lo expresé en el debate de esta Ley, no debemos esperar necesariamente hasta esa fecha, sino continuar la presión que muchas personas han comenzado a hacer en el país para que estos plazos sean más cortos. Así mismo incentivar el uso del gas de manera general para el transporte público y congelar el ingreso de nuevos buses que funcionen con diesel a la ciudad y sus municipios vecinos.
Por otra parte, debemos continuar con el impulso a la reforestación de Medellín, al establecimiento de más zonas verdes en sectores que han venido perdiendo su cobertura vegetal, como El Poblado, Laureles y Belén, y destinar más espacios verdes arborizados en los zonas Nororiental, Centrooriental y Noroccidental de la ciudad, que hoy tienen bajísimos porcentajes de espacio público y zonas verdes por habitante. Necesitamos más verde y menos cemento. E indiscutiblemente es urgente trabajar de inmediato por mejorar la calidad del aire que respiramos todos los medellinenses.

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