Medellín cuenta con una política pública para promover la convivencia en el fútbol. ¿Por qué el descuido?
La escena fue grotesca y desesperanzadora: jóvenes que iban, supuestamente, para una fiesta -la del fútbol-, vestidos de rojo y verde, enfrentándose a machete. Solo por pensar distinto. Solo por tener su corazón puesto en el otro lado de la cancha.
Ocurrió el 5 de septiembre pasado, en las afueras del estadio Atanasio Girardot, donde cerca de 300 aficionados de los dos conjuntos paisas se enfrentaron violentamente después de la celebración del clásico. Nueve muchachos resultaron heridos, cinco de ellos de gravedad. Su sangre quedó en el piso, mezclada con las banderas de papel y los paquetes de crispetas que las familias habían llevado para disfrutar de ese -supuesto- momento de esparcimiento.
La política pública para la Cultura del Fútbol, institucionalizada en 2017, es una conquista de ciudad, que suma el esfuerzo de muchas personas y entidades.
Al empezar el partido, los ánimos estaban crispados: dos días antes, al finalizar un encuentro en la cancha Marte, organizado por el Inder y los clubes para promover la convivencia, integrantes de las barras de los dos equipos antioqueños armaron trifulca. El origen de la pelea, según confirmaron las autoridades, fue un malentendido: un joven que estaba en las tribunas sufrió un ataque de epilepsia, y los hinchas que lo acompañaban se imaginaron que había sido una agresión del equipo contrario.
Podríamos decir que no es una situación nueva, o que el problema de las barras bravas es un asunto mundial. Pero también podemos recordar que en Medellín ya habíamos aprendido a controlar la fogosidad que se desborda por la fiebre del fútbol, e incluso habíamos convertido ese escenario de confrontación deportiva en un ejercicio pedagógico de convivencia ciudadana.
Lo dijo el concejal Daniel Duque: “La cultura del fútbol en Medellín está sin norte. La alcaldía de Medellín tiene abandonado un programa que llevaba 4 administraciones avanzando”. Los mismos barristas del Atlético Nacional, Los del Sur, lo reclaman: “El desinterés es evidente y muy pocos los dolientes. En esta alcaldía casi nadie toma este tema en serio y las consecuencias son que la política pública local sufre retrocesos evidentes”.
La política pública para la Cultura del Fútbol, institucionalizada en 2017, es una conquista de ciudad, que suma el esfuerzo de muchas personas y entidades. Desde el año 2009 se empezó a trabajar en Medellín en un proyecto para promover la convivencia entre los seguidores de los equipos de fútbol, a partir del reconocimiento del barrismo como una expresión cultural y social.
Desde esa época, durante la alcaldía de Alonso Salazar, surgieron mesas de trabajo permanentes entre la administración municipal, el concejo y los representantes de las barras. La ciudad conoció la dinámica de la fiebre futbolera a través de murales, crónicas impresas, conciertos, programas de televisión en los canales locales, con marcas que ya son emblemáticas: Del barrio a la cancha, Con la pelota en la cabeza, El aguante musical…
En 2016, el alcalde Federico Gutiérrez retomó el camino recorrido y apoyó la iniciativa del entonces concejal Daniel Carvalho (hoy Representante), para que se aprobara la política pública. Este domingo 5 de septiembre se rompió la continuidad de 20 clásicos futboleros en Medellín sin disturbios mayores.
La alcaldía de Medellín ya reaccionó. En su cuenta de Twitter, la secretaria de Gobierno, Maria Camila Villamizar, anunció la instalación de una mesa de trabajo con los líderes de las barras de fútbol. Ojalá no sea un ejercicio coyuntural, sino permanente. Hay con qué y con quién.