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Pole dancing como ejercicio y terapia femenina
Una de las cosas que le molesta a la mujer promedio es encontrarse en el gimnasio con la top model local de medidas perfectas y escasa de ropa, pues en ella resaltan las carencias y anhelos de las demás. Es por eso que la idea de ir a clase de pole dance puede resultar algo intimidante, se imaginaría uno un salón lleno de cuerpos perfectos que encarnan el espíritu de la alta autoestima.
Pole dancing se originó en aquellos sitios para caballeros donde las bailarinas se desnudaban al ritmo de la música. A lo que inicialmente se le llamó baile de tipo burlesco, se le fueron agregando elementos de luces, música contemporánea y un tubo en medio del escenario. El tubo, idéntico al que usaría el cuerpo de bomberos, se convirtió en un emblema de las strippers y hasta años recientes era digno de vergüenza y considerado del bajo mundo.
Como todo, el tiempo logró lo impensable, y la mentalidad, llámesele progresiva, moderna o lo que sea, abrió un espacio para que el tubo estuviera en cualquier casa. Hoy se puede mirar este tubo como una herramienta para quemar más de 300 calorías en una hora, para elevar los niveles de autoconfianza y autoestima, tonificar abdomen, brazos y glúteos, o sentirse sensual.
Pole dancing consiste básicamente en poses sobre el tubo, algunas de ellas muy acrobáticas, giros para conectar una pose con otra y la técnica para treparse por el tubo. Los nombres de los distintos giros y poses varían según el instructor y el lugar pero en El Poblado en la academia Pin Up Girls se pueden aprender el escorpión, supermán o gémini, solo para mencionar algunos.
Según Mónica Sierra, creadora de Pin Up Girls, sus alumnas van allí queriendo aprender las poses y acrobacias de pole dancing pero llegan muy tímidas, vestidas con shorts y camisetas. Sin embargo, asegura que después de tres o cuatro sesiones cambian ese atuendo por el uniforme: un cachetero y un top, “mientras menos ropa tengan puesta es mejor, porque la piel es la que se pega al tubo, la ropa se desliza”.
Catalina Velásquez, una de las alumnas del sitio, lleva aproximadamente un año en clases de pole dance. Afirma haber perdido peso y tonificado sus músculos, además las clases le han servido para conocer amigas y tener un espacio para mujeres, donde todas hacen lo suyo sin estar pendientes del peso, celulitis o habilidades de la vecina. Catalina ya tiene su propio tubo en casa pero las demás estudiantes, mujeres entre los 18 y 50 años, pueden ir al estudio de Mónica entre clases.
La quema de calorías puede variar, como en cualquier otra actividad física, según la edad, peso, promedio de ejercicio diario y esfuerzo aplicado, pero sin duda para poder sostener el peso del cuerpo sobre un tubo usando solo una mano y una rodilla algunos cambios musculares tienen que ocurrir.
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