Población flotante
Los semáforos de Medellín, y los de El Poblado no son la excepción, evidencian la falta de oportunidades de buena parte de la población
Llegar a un semáforo es encontrar lo inesperado: fuego, cuchillos, bicicletas que miran al cielo sostenidas con la boca de alguien que quiere vivir dignamente, o jóvenes que flotan en el aire. Como la muchacha de la fotografía. Caminando al borde del interminable taco de la calle 10 con la Avenida El Poblado se ve a una joven elevándose sobre los carros y alcanzando una altura increíble en plena hora pico. All Stars Medellín es el nombre del grupo de porristas que recurre a la también llamada ciudad del semáforo. Entre los 16 y 24 años, estos jóvenes apasionados por este deporte bajan de las barriadas a romper la cotidianidad de las calles con su asombrosa habilidad. Es una forma de recoger dinero para los uniformes y los viajes a los campeonatos, dicen, mientras aprovechan el color rojo del semáforo para descansar, tomar agua y aire para el próximo y peligroso acto. “Hay personas indiferentes pero también hay otras generosas que se asombran con lo que hacemos y nos felicitan”, dice la muchacha acróbata en un corto respiro. El deseo más cercano de estos jóvenes es poder viajar a Cartagena donde se realizará un importante torneo de porrismo.
Ellos hacen parte de toda una población que flota entre la falta de apoyo, oportunidades y empleo formal. Ponen en riesgo sus vidas en un esfuerzo extremo por romper la cadena de carencias y la violencia a la que han estado expuestos. Escogieron el camino de la cultura y la lúdica, al igual que muchos otros jóvenes de poblaciones vulnerables de Medellín, quienes encontraron en las manifestaciones artísticas un camino de resistencia al conflicto armado y la senda para ayudar a construir una ciudad más amable.
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