Todo parece indicar que las medidas que toman los funcionarios del poder Ejecutivo en Colombia van encaminadas a irritar a los ciudadanos.
Por Luis Avelino González E.
Soy Ingeniero Químico con más de 55 años de andar enfrentando cómo solucionar problemas de contaminación ambiental en aire, aguas y sólidos.
He analizado la situación de Medellín desde los años 50 hasta hoy, es decir casi 70 años, y solo he visto decisiones salidas de tono, desacertadas, dizque “para solucionar los problemas ambientales de la ciudad”. Ninguno de los alcaldes ha hecho nada serio, acertado y consistente.
En ese período de tiempo hemos visto cómo los europeos y los americanos han limpiado el Sena, el Po, el Rhin, el Danubio, el Hudson, el Mississippi, el Volga y muchísimos más ríos que hace 50 años eran verdaderas cloacas. Mientras en Medellín, no solo no se ha hecho nada para limpiar el Río Medellín, que no pasa de ser una quebrada infectada de aguas negras, sino que nos han sacado sangre para arreglar los problemas ambientales. ¿Y en qué se han gastado, o mejor, malgastado, todo ese dinero?
La situación atmosférica actual del Valle de Aburrá tiene solución técnica y no política. No es reduciendo el tiempo que los carros o los ciudadanos están en la calle. No es con un toque de queda general de uno, dos o 15 días. Es montando equipos que recojan esta polución que generan todos los habitantes del Aburrá, no solo los que tienen carros, o fábricas, o negocios de comercio. Somos todos los que contaminamos, pero la solución es de todos, no de los ciudadanos calificados en estratos 5 y 6. Ya estamos arruinados a punta de impuestos. Impuestos para esto, impuesto para aquello, sobretasa para esto y sobretasa para aquello: todo para alimentar la corrupta voracidad de nuestra clase política.
Señores políticos: tengan en cuenta el conocimiento técnico de profesores, alumnos y egresados de las grandes universidades de la ciudad para solucionar el problema, pero no lo condicionemos a que los contratos tengan una cuota cuota burocrática y económica. Dejemos que actúen en conciencia y que apliquen sus conocimientos tecnológicos, pero no los corrompamos. No nos escurran más los pocos fondos que tenemos. No nos lleven a la ruina.