Miguel Antonio Céspedes Rueda tiene 62 años y 29 se los dedicó a la labor de vigilancia en la urbanización Patio de Las Fuentes, donde comenzó cuando las 18 casas estaban en proceso de construcción.
“De mi trabajo destaco que me enseñó a ser berraquito”, dice, y también la satisfacción por la oportunidad de haber tenido un empleo estable, en el que siempre se sintió “querido y valorado”.
Miguel, que se jubiló el 15 de septiembre, es diabético y tiene la enfermedad de Parkinson. Estas dos semanas las ha destinado a dormir y a comer bien, compartir con su familia y hacer ejercicio para mejorar su salud. Desde su casa en Aranjuez recuerda que los turnos que más disfrutaba eran los de las mañanas y de las tardes. “Las noches, después de que cumplí 50, me pegaban duro, pero nunca fue una excusa para faltar a mis obligaciones”, cuenta.
Los residentes reconocen en él un hombre trabajador y pendiente de sus responsabilidades: así lo asegura Gloria Saénz. Además sus compañeros admiran de él la puntualidad y el compromiso. Otros de sus valores son la honestidad y la constancia, que, dice, supo dejar como legado a sus hijos.
Uno de ellos es Luis Miguel, quien dice que su papá siempre ha sido el pilar de la familia: “admiro su alegría, siempre tiene una sonrisa para todos”, mientras que María del Socorro asegura que “Miguel es una excelente persona, un gran papá y un esposo dedicado”.
Ahora quiere aprovechar su tiempo libre para visitar Salgar, Urrao y Betulia y para pasar tiempo con su padre, a quien no ve hace 25 años. También planea un viaje a San Andrés.