Medellín reporta los primeros accidentes en patinetas eléctricas e invasión del espacio público. Autoridades y proveedores trabajan en equipo para evitarle a Medellín el caos experimentado en urbes pioneras. El usuario queda llamado al orden.
¿Encontrar una patineta eléctrica en cualquier esquina, usarla, pagar el viaje y dejarla estacionada en cualquier otro rincón para que un nuevo usuario la tome? ¿Sin carné, sin gestor, sin estaciones fijas? Sí, así de simple. Y ya en Medellín se hacen 900 viajes por día.
Una revolución de facilidades nos ha venido agregando hostales, coworking, Airbnb, Uber, Netflix, domicilios por apps, pagos con códigos QR y neobancos. Y en muchos casos, las aplicaciones han sido más ágiles que la legislación, con efectos en seguridad, orden, mercado, consumidor o lo público. Es el caso de las patinetas: como sistema van en quinta velocidad, mientras la reglamentación del Ministerio de Transporte logra el paso de tortuga.
Toda la vida fueron juguete infantil y hoy son un medio de micromovilidad, que complementa el transporte tradicional y hace la tarea en la primera o en la última milla, por ejemplo para moverse del metro a la oficina.
Las autoridades de Austin, Estados Unidos, reportaron en solo tres meses, 192 choques, con heridas craneales en la mitad de los casos. Ni el 1% de los viajeros tenía casco. En París, las patinetas rotas van a parar al Sena.
Sin embargo, hay qué ver lo que ocurre en París. Corriendo en terreno normativo baldío, los aparatos se movieron en modo caos. De ser solución se convirtieron en invasores del espacio público y en amenaza para el peatón o para el conductor que se las topa en contravía. Y cuando están rotas hay usuarios que las tiran a los jardines públicos o al río Sena. Entretanto, las autoridades de Austin reportaron el año pasado, solo en tres meses, 192 choques, con heridas craneales en la mitad de los casos. Ni el 1% de los viajeros tenía casco.
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Medellín, con protagonismo clave de El Poblado, ya muestra un aumento considerable en el número de empresas que ponen los vehículos en circulación y en la cantidad de viajes, pero también preocupación entre las autoridades. Ante el asomo del caos, la Secretaría de Movilidad, mientras el Ministerio de Transporte se pronuncia, recomienda viajar máximo a 20 kilómetros por hora, utilizar casco y aplicar elementos reflectivos en la oscuridad. Además, prohíbe circular por zonas de peatones (en París se puede a 8 kilómetros por hora) y por los carriles de buses y de metroplús, así como el estacionamiento en el espacio público.
Las patinetas deben rodar como alternativa versátil y sostenible de micromovilidad, además que encajan perfectas, para el caso de Medellín, en un sistema de transporte público líder en el país. Para ese fin saltaron al mercado y solo así se deben usar. Esta ciudad no aguanta más problemas de movilidad, ahora por cuenta de usuarios que las mueven cual juguete en nuestras vías caóticas, sin consideración de las normas ni de la razón.