Se da el fenómeno de parejas que deciden no tener hijos o personas que deciden no tener pareja, más la masiva aparición de mascotas de compañía y el envejecimiento de la población.
Aunque la Ley de las Consecuencias Imprevistas ha tenido validez desde siempre -“toda acción humana genera también consecuencias no calculadas”-, ahora más que antes surgen desarrollos que sabemos causarán enorme impacto en la vida individual y social, pero cuyas derivaciones no son anticipables.
La vida de nuestros abuelos no era muy distinta de la que vivieron sus padres. Pero a partir de mediados del siglo pasado, los cambios, al principio lentos, fueron ganando en velocidad y alcance. Y desde entonces cada generación ha vivido en un mundo diferente.
Las familias antioqueñas tenían fama de ser las más numerosas del país: diez, doce o más hijos. En la Antioquia rural de hace años la familia era una unidad productiva y a los hijos, desde niños, se les asignaban algunas funciones. Además ellos no significaban gran carga económica: los patrones de consumo eran muy distintos a los de hoy.
Expulsadas por la violencia partidista o atraídas por las oportunidades de la industrialización muchas familias emigraron a Medellín y a los municipios vecinos. La primera generación urbana, por así llamarla, aunque menos prolífica, también conformó familias numerosas.
Fue en la generación siguiente cuando se empezaron a dar cambios de gran calado. Uno de ellos fue la irrupción de la mujer en el mercado laboral, precisamente impulsado por el desarrollo industrial, comercial y financiero de la ciudad. Este estuvo precedido, claro está, por el cambio cultural más grande de nuestra época: la mujer que busca definirse y realizarse a través de la educación, no solo a través de la maternidad.
El trabajo remunerado le permitió a la mujer tener aspiraciones económicas y profesionales propias. Pero como esto no es compatible con una familia numerosa, el nuevo núcleo fue ya de uno o dos hijos (los anticonceptivos habían aparecido en los años sesenta además). Hogares conformados por una pareja, ambos con trabajos remunerados, y con pocos hijos, explican en buena medida el desarrollo de las clases media y media alta en Medellín.
Ahora se da un nuevo fenómeno: parejas que deciden no tener hijos o personas que deciden no tener pareja. Y comienzan a verse derivaciones. Aparte de la masiva aparición de mascotas de compañía (!), la primera de aquellas sería el envejecimiento de la población (causado además por el aumento en la esperanza de vida). Lo cual a su vez trae otras exigencias en cuanto a urbanismo, infraestructura hospitalaria, etcétera. Y generará situaciones nuevas: ¿colegios convertidos en ancianatos por ejemplo?