El problema de la indisciplina y la falta de coordinación entre los comerciantes y los recolectores de basuras en El Poblado va para largo y empieza a pasar cuentas de cobro, en este caso muy desagradables. Lo que es en apariencia intrascendente, como separar las basuras y sacar las bolsas de residuos en los horarios anunciados por la municipalidad para la recolección, no se está haciendo de la manera correcta y las consecuencias son evidentes: plagas de ratas y cucarachas, gallinazos, malos olores y, por supuesto, una pésima imagen. Quizás los que lo hacen piensan que son solo ellos y que, por lo tanto, no afecta. Pues están equivocados. No solo el ejemplo cunde y se multiplica sino que los efectos son inmediatos. Una vez la bolsa de deshechos es puesta en una acera –por lo general al frente de otro negocio diferente al propio– personas indigentes que frecuentan las calles de El Poblado las abren en busca de basura que les sirva para reciclar o, incluso, para comer. Como es apenas obvio, no cierran los paquetes y dejan regados los desperdicios.
No es de extrañar entonces que ahora en Provenza y en los parques Lleras y El Poblado proliferen los roedores, hagan madrigueras en zonas verdes, puentes y alcantarillas y tengan preocupadas a varias dependencias municipales, testigos de lo difícil que es erradicarlas una vez se afianzan en un lugar.
Las ratas, además de ser repulsivas y ahuyentar a los visitantes, son destructoras, muerden el plástico de los cables de telecomunicaciones y transmisión de datos, la madera y hasta el cemento, males menores si se comparan con su alto potencial como transmisoras de enfermedades. Son feroces, muerden y tienen parásitos, piojos y pulgas y son portadoras de bacterias y virus que excretan con la orina y transmiten a los seres humanos. Si no se controlan a tiempo, acarrean serios problemas de salud pública.
No hay que olvidar que estos animales fueron los causantes de la peste bubónica que asoló a Europa, Asia y África durante la Edad Media, una infección causada por la bacteria Yersinia pestis, transmitida a través de las pulgas de las ratas. También son transmisoras del hantavirus, que puede originar desde una gripa moderada hasta afecciones respiratorias o renales graves. La leptospirosis o fiebre de mordida de rata y un tipo de meningitis causada por un virus llamado coriomeningitis linfocítica, son otras de las infecciones graves que pueden pasar al hombre. Y ni hablar de los costos económicos que podría llegar a demandar su atención, como pasa actualmente en varias ciudades de Estados Unidos.
De manera que no son tan inocuos esos actos cotidianos de mal manejo de basuras que vemos a diario en El Poblado, pues otra de las características de las ratas es su alta capacidad para reproducirse. Cada camada de ratas tiene entre ocho y doce crías, y cada rata puede tener entre cinco y doce camadas al año. Ellas dependen de los humanos y de sus recursos para sobrevivir, así que si no se toman las medidas adecuadas para evitarlas pueden salirse de control.
No basta con esperar que la Alcaldía fumigue cada dos meses. Un acto de inconsciencia o egoísmo puede afectar no solo un negocio sino todo un sector que, como este, tiene tanto potencial turístico. No hay duda, a más ratas, menos clientes.