CIUDAD DE ORIENTE
Una bloguera nos abre las puertas de los municipios del Oriente antioqueño, lugares por descubrir y el futuro de Medellín y los municipios del Valle de Aburrá.
Navegando en Instagram se puede encontrar a una blogguera que se autodenomina @anamareto. Entre tantos bloggers llama la atención que ella va en bicicleta recorriendo el Oriente antioqueño y contándonos (a todos los que la seguimos) lo que ve en su Instagram.
Digamos que hasta ahí no hay nada sorprendente en un mundo inundado de famosos en redes sociales; lo interesante es que dedica varias de sus publicaciones a comparar el Valle de San Nicolás, que ve desde su bicicleta, con el Valle de Aburrá. Esto bajo una teoría: los pueblos que hoy vamos a visitar en modo “paseo” en el Oriente antioqueño tienen su reflejo, actual o futuro, en Medellín y los demás municipios donde hoy vivimos.
¿Por qué estas comparaciones son interesantes?
Investigando el tema, hacia dónde va Medellín, uno se encuentra datos impresionantes, como que, según la ONU, en su informe “Estado Global de las Metrópolis”, en 2020 se contaron en el mundo 1.934 metrópolis con más de 300.000 habitantes, lo que quiere decir que aproximadamente el 60 % de la población del mundo vive en áreas metropolitanas y con una tendencia clara al crecimiento.
El Valle de Aburrá no es la excepción: está enfrentado igualmente un importante crecimiento en el número de habitantes. Lo que ha generado un alto interés en sus habitantes por explorar las alternativas que ofrece el Valle de San Nicolás.
Refugios verdes, lugares donde la vida sea pacífica, silenciosa, invite al recogimiento, pero con la posibilidad de, con un corto trayecto, tener acceso a los beneficios de la gran ciudad. Este es el caso del Valle de San Nicolás que, al comprender nueve municipios, será receptor de esos habitantes que aún valoran este estilo de vida.
¿Cuál municipio sería su equivalente en el Valle de San Nicolás?
Lo primero es analizar cómo se crean estas nuevas ciudades. En el informe Metrópoli 2050 se hace referencia al triángulo de la innovación como eje de crecimiento, en el cual Marinilla, Rionegro y Guarne son los ejes centrales. Si se miran las fotos de Google Earth, que mostramos aquí, se evidencia la teoría de que las nuevas ciudades inician por la unión de zonas habitadas y ya desarrolladas que, al expandirse, se unen a otras. Así las cosas, en nuestro caso el núcleo de crecimiento será la unión de los primeros grandes focos de desarrollo: Rionegro y Marinilla que, en un momento, llegarán a unirse con Guarne y El Carmen, hasta llegar, en un futuro, a La Ceja y El Retiro.
Empecemos nuestra ruta
En El Retiro por su parte, hay de todo y para todos los gustos. Se encuentran servicios y pequeñas empresas de toda la vida, conjuntos residenciales de lujo, nuevas propuestas arquitectónicas y baja altura en las construcciones, además de amplísimos espacios verdes. Es una zona que permite tener un estilo de vida saludable, cercano a la naturaleza, pero sin tener que dejar los gustos y privilegios de Medellín. Es, sin duda, un lugar patrimonial que enamora por sus calles empedradas, casas de colores y balcones.
El Retiro seguirá siendo el Retiro, tanto para el Valle de San Nicolás como para el de Aburrá; un lugar de calma, buen gusto, que ha tomado una connotación de lujo y buen vivir, muy anhelada en este tiempo.
Pantanillo es como el Alto de las Palmas, campos abiertos, fincas hermosas y grandes porterías. Éste une El Retiro y La Ceja a través de doce kilómetros, lo que le permite tener lo mejor de lo rural y de lo urbano, pero en un mismo sector.
Si nos ponemos a comparar, La Ceja es como La Estrella. Un lugar verde, en el que se encuentran buenos restaurantes, posibilidades para caminar por vías peatonales y, sin duda, deliciosos panaderías y cafeterías típicas de barrio. Ofrece una cotidianidad más tranquila, y su distancia con el túnel la convierte en una opción interesante para aquellos que se quieren desconectar del Valle de Aburrá, pues evoluciona sin perder sus raíces. Además, se encuentran bellísimos cultivos de flores y un ambiente entre campesino y moderno.
Por su parte, el Carmen de Viboral, con sus artesanos, comercio y cercanía al triángulo de la innovación del que hablamos al principio, será el nuevo Sabaneta, gracias a su cercanía a Rionegro y Marinilla, eje central de la nueva metrópoli.
Rionegro es, sin duda, la nueva Medellín, el eje donde todo sucede, donde avanza el desarrollo de centros comerciales, de servicios y de oficinas. Como pasa en la capital de la montaña, hay zonas para todos los gustos y presupuestos: San Antonio es más urbano con residencias tipo apartamento; Llanogrande, al contrario, es una zona donde se encuentran muchas más casas y su estrato es muy alto, y Fontibón, por su parte, aunque tiene un estrato menor, tiene la ganancia de estar cercano a todo.
Además, hay rumores de que se construirá un nuevo tesoro cerca al aeropuerto, lo que llevará a esta zona a un nivel superior, seguramente muy interesante para vivir en un futuro próximo.
Marinilla es el gigante dormido, un municipio históricamente rico y pujante, que ha empezado a dar mucho de qué hablar. Las nuevas vías la han conectado con Rionegro en varios puntos críticos; en algunos casos no se sabe dónde termina uno y dónde empieza el otro. El sector de Distrito Sauce, cercano a Alcaravanes, es uno de los lugares más atractivos de todo el recorrido y un clarísimo lugar de una futura urbanización, por su cercanía, nuevos proyectos de casas y una renovada arquitectura; es, en resumen, el Envigado del Valle de San Nicolás.
Por último, podemos decir que, según esta bloguera, Guarne es un Caldas. Una zona industrializada, hacia donde se está yendo parte de la industria del Valle de Aburrá, una tierra de nuevas oportunidades, que tiene todo lo que se necesita para vivir bien.
Un gran potencial
En síntesis, en el Valle de San Nicolás hay un enorme potencial para encontrar todo a lo que tenemos acceso hoy en el Valle de Aburrá. Hacia allá va la ciudad y hacia allá se irá mudando la gente, dependiendo de lo que busque: lujo, gastronomía, deportes al aire libre, acceso a la oferta cultural, mejor dicho: hay para todos los gustos.