Optimismo para el fin del mundo

Hace diez años empecé a tener ataques de pánico, estaba caminando por cualquier parte de la ciudad, en el lugar en el que trabajaba, en mi casa y, de un momento a otro, sentía que llegaba el fin del mundo. Luego de un trabajo terapéutico juicioso, aprendí a reconocer unas señales tempranas del miedo, a entender esas pequeñas cosas que iban cambiando en mí, que me avisaban que ya venía la tormenta, el momento en que perdería el control.

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Hubo varias herramientas que me ayudaron y que todavía me ayudan mucho, algunas se enfocan en el cuerpo, como la alimentación, el sueño, la respiración, la actividad física; otras, que se quedaron en mí como una práctica permanente, se enfocan en la mente, en la conversación interna que me ayuda a entender la vida a mi manera, los métodos cognitivos. Te contaré de uno de esos, el mejor tip que puedo darte para el fin del mundo, practicar el optimismo realista.

Los ataques de pánico no han regresado, pero las señales tempranas del miedo son permanentes y, ¿cómo no?, dar un repaso a los titulares recientes es perturbador. Algunos nos muestran que la guerra más grande de la historia puede estar a la vuelta de la esquina: Estados Unidos le pone aranceles al mundo, iniciando una guerra comercial de escala global; la Unión Europea se rearma, sus países invertirán 800.000 millones de Euros más en gasto militar y le sugieren a su población que tenga a la mano un kit de supervivencia. Otros nos borran cualquier pista acerca de nuestro futuro como especie: exinvestigador de OpenAI, que ya ha acertado en sus proyecciones con la Inteligencia artificial, dice que para 2027 tendremos un modelo de IA que podría tomar el control de los sistemas digitales del mundo por el bien de la humanidad; al estilo de Jurassic Park, la empresa Colossal Biosciences ha logrado resucitar al Lobo Húngaro, animal extinto hace más de diez mil años que sirvió de inspiración para los libros de Juego de tronos.

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Otros nos dan cuenta de que somos una humanidad atroz: a Sara, una mujer trans de Bello, Antioquia, le fracturaron sus brazos y piernas y la arrojaron a una quebrada, murió horas después por la gravedad de sus heridas y el tiempo que pasó hasta que la atendieron mientras algunos grababan el hecho; una mujer palestina de 34 años, quien estaba embarazada de 9 meses, fue mordida y arrastrada varios metros por un perro entrenado por el ejército israelí, mientras los soldados se reían de la situación, la hemorragia excesiva le ocasionó la pérdida de su bebé. Estos titulares son de la última semana, pero en cada búsqueda de noticias que hagas, con cualquier fecha de corte, encontrarás un panorama tan catastrófico como este. Consumir los titulares te lleva al miedo permanente.

Entonces, ¿qué hacer? El optimismo realista o como lo denominan Maria Dolores Alvia y Carmelo Vásquez, “optimismo inteligente”, nos invita a analizar detenidamente, a no quedarnos con los titulares sino leer el artículo completo y además otras fuentes que hablen del mismo tema y, así, encontrar caminos que nos permitan ser parte de esta realidad convulsa, pero cuidando nuestra salud mental. Si hacemos el ejercicio con los titulares anteriores encontramos algunos contrastes: muchos países ya han empezado a negociar tratados de comercio con Estados Unidos y algunos analistas económicos de la agencia DW prevén que esto resultará en una recuperación de los mercados en las próximas semanas; varios países de la Unión Europea se han preparado para una siguiente guerra desde el final de la segunda guerra mundial, desde hace décadas recomiendan a sus ciudadanos tener un kit de emergencia en casa y además enseñan manejo de crisis desde la educación primaria, la prevención se ha acentuado pues desde el primer gobierno de Donald Trump Estados Unidos ha amenazado con retirarse de la OTAN, así que en este segundo gobierno Europa decidió no esperar más y empezar a aumentar progresivamente el presupuesto militar para suplir ese posible vacío.

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La inteligencia artificial o la edición genética sí son grandes evoluciones tecnológicas, pero están siguiendo la curva de adopción de todas las disrupciones, y nosotros estamos sintiendo el mismo miedo que sintieron nuestros antecesores frente a cambios así de drásticos; nos queda la violencia, por más que busques contrastes encontrarás que la violencia es cruda y real, somos capaces de ejercer una violencia descomunal que solo las víctimas pueden describir.

El optimismo realista, cuando nos enfrentamos a una realidad horrible, nos impulsa a actuar. Por un lado, para cuidar a nuestro entorno inmediato, al cultivar unas relaciones compasivas y amorosas y, por otro lado, para ser agentes de una realidad mejor, en este caso, al expresar el rechazo a la violencia y utilizar los mecanismos ciudadanos disponibles para denunciarla.

Ante las señales tempranas del miedo utiliza el optimismo inteligente, para que el tiempo que te quede desde hoy hasta el fin del mundo (o de tu mundo) lo vivas con salud mental y en un pequeño refugio de humanidad.

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