Sé que he sido muy afortunada, y hoy quiero agradecer a todas las personas que, sin importar dónde, ni cuándo, me han hecho sentir como en casa.
Hoy, quiero hacer un homenaje a mis amigos (cuando digo “amigos”, me refiero a personas de todos los géneros, pues no uso el lenguaje neutro donde todas las palabras terminan en “e” – ejemplo: amigues). Porque sí, y porque últimamente he sido más consciente de su importancia en mi vida… He tenido unos meses difíciles, y sentir que puedo contar con ellos en momentos de crisis, ha sido un bálsamo para mis angustias.
Tengo y he tenido muchos tipos de amigos: más grandes que yo, más chiquitos, más sabios, más distintos; con pensamientos y creencias diferentes a las mías y, también, en otras ocasiones, con visiones muy similares. Unos me dicen siempre la verdad, por más cruda que esta sea; otros me han hecho ver la realidad desde otros lugares; otros, me han mostrado mis “oportunidades de mejora”; y otros tantos me han acompañado en los momentos más oscuros y/o más felices de mi vida. He aprendido muchíííííísimo de todos ellos, y hoy sé, con absoluta certeza, que soy mejor ser humano por haberlos conocido.
Lo bonito de las amistades es que, no importa cuánto duren, siempre marcan el viaje de la vida. En mi caso, por ejemplo, no todos a quienes he considerado amigos se han quedado para siempre… Algunos fueron amigos de un par de días, en un viaje mochilero por Europa; otros, fueron amigos de varias semanas, meses o años, dependiendo el lugar del mundo y el momento de la vida en los que nos encontramos; otras (ahora sí en femenino), han sido amigas mías desde que tengo tres años y me han conocido en las buenas, en las malas y en las innombrables; y otros muchos, que quiero que se queden por mucho tiempo, han ido llegando a mi vida durante mis tránsitos por la veintena y la treintena (en pocos años, cuarentena).
Todas las anteriores modalidades de amistad me han dejado una huella -en el buen sentido-, y no importa el tiempo (sí, suena a cliché, pero es la verdad) o la distancia (unos viven en Arabia Saudí, Suecia, España, Chile o México), soy una humana más feliz, más curiosa y más consciente, en gran parte gracias a ellos.
Saber que he tenido a grandes personas a mi lado en todos los ámbitos de mi mundo, ha hecho que mi perspectiva de la vida se nutra y evolucione… Sé que he sido muy afortunada, y hoy quiero agradecer a todas las personas que, sin importar dónde, ni cuándo, me han hecho sentir como en casa. Porque los amigos hacen eso: te hacen sentir que son tu hogar.
A todos ustedes, ¡gracias!