Por su naturaleza, la vida de la obra de arte se desarrolla en dos tiempos distintos, en el pasado y en el presente, de manera simultánea. Creada en un momento determinado, revela las condiciones de ese tiempo y los pensamientos, intereses y posibilidades del artista que la produjo. Pero, a la vez, aparece como una realidad que actúa en el presente, porque es ahora cuando pretende lograr una respuesta de nuestra parte a la experiencia estética que hoy nos ofrece. En otras palabras, aunque sea hijo de su momento y de sus circunstancias, el arte mantiene una pretensión de vigencia a través del tiempo, vigencia que, como es obvio, será diferente en cada caso. No se afirma, por tanto, que las obras parezcan hechas hoy, ni que todas puedan ser enfrentadas en la actualidad de la misma manera. Un buen ejemplo de esa compleja situación la ofrece “La mulata”, una pintura de Ricardo Gómez Campuzano (Bogotá, 1891-1981). Esta obra al óleo sobre lienzo, de 93 por 70 centímetros, realizada en 1943, manifiesta, incluso sin pretenderlo, los debates que entonces enfrentaba el país en los campos del arte y de la cultura. Gómez Campuzano se había formado dentro de la rigurosa tradición académica que desde finales del siglo XIX predominaba en Colombia, pero también había recibido el impacto de visiones más renovadoras que buscaban vincular el arte con la realidad concreta. En ese sentido, se interesó por las ideas y consecuencias del realismo y del impresionismo, tanto en los temas como en las formas. Como muchos artistas de su época, piensa que la pintura de paisaje y las escenas de costumbres ofrecen la mejor posibilidad de descubrir la geografía y el ambiente colombianos, como un medio para conocer al hombre que es su protagonista. Seguramente en ese sentido enfrenta la pintura de esta muchacha negra con su hijito en brazos, una composición de la que realizó varias versiones, con pinceladas ágiles y sueltas y un contraste de blancos y colores brillantes. Sin embargo, a pesar de su tema y colorido, hoy “La mulata” de Ricardo Gómez Campuzano resulta menos convincente, con un toque de imagen exótica para turistas y pose de modelo (véase el detalle de la mano izquierda de la muchacha). En la actualidad los artistas analizan la realidad desde otras perspectivas. Pero “La mulata” de Gómez Campuzano sigue revelando la profunda dificultad que entraña el dejar a un lado lo que creemos saber para enfrentar de lleno el proceso de conocimiento de lo que nos rodea.
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