El pasado 20 de febrero, las principales plazas de Bogotá, Medellín y Cali fueron el escenario de un duelo colectivo por los asesinatos de líderes y firmantes de paz, que siguen llenando de sangre el territorio colombiano.
El Movimiento Defendamos la Paz invitó a este encuentro, recordándonos unas cifras que parece que se nos están volviendo paisaje: en solo el mes y medio que lleva el 2024, ya se han registrado 10 masacres, y han sido asesinados 19 líderes y 5 firmantes del proceso de paz. En 2023, según datos de Indepaz, se registraron 93 masacres, y fueron asesinados 188 líderes sociales y defensores de derechos.
El mensaje enviado para esta movilización es un llamado para entender nuestra tragedia nacional:
“A la paz hay que hacerla visible y verdadera, con hechos, con decisiones y evidencias. Esta es nuestra exigencia. Una exigencia que trasciende el rechazo a la violencia, e invita a todos y todas a comprometerse, en serio, con la construcción de un país en paz”.
Vale la pena recordar en este momento que una de las banderas principales del Pacto Histórico para llevar a la presidencia a Gustavo Petro era la defensa del proceso de paz y el cuidado de los líderes sociales. Lo que llamaron “el estallido social”, en 2022, fue, en gran parte, el detonante de un movimiento que reclamaba y prometía el cambio.
Era de esperarse, entonces, que el Gobierno Nacional se uniera a este llamado de las organizaciones sociales para defender la paz y la vida, aquí y ahora. Pero no es sino revisar la cuenta de X (antes Twitter) del presidente Gustavo Petro, para darnos cuenta de que este ya no es el tema que antes lo desvelaba tanto a él y a sus seguidores -y con toda razón-.
“EN SOLO EL MES Y MEDIO QUE LLEVA EL 2024, YA SE HAN REGISTRADO 10 MASACRES, Y HAN SIDO ASESINADOS 19 LÍDERES Y 5 FIRMANTES DEL PROCESO DE PAZ”.
A la misma hora en la que en la Plaza de Bolívar se enarbolan las banderas blancas, se recogen las urnas con el nombre de las víctimas y suenan las notas de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y la voz del cantautor César López, el presidente se dispone a escribir mensajes, dirigidos al infinito y más allá.
Sin corrector de estilo, escribe: “Toda mi solidaridad con Julián Assange, condenarlo es condenar la prensa libre y ser cómplices de las violaciones de los derechos humanos de la población del sur excluida pobre y bombardeada (sic)”. Luego lanza su mirada más cerca, y dice: “Expreso mi solidaridad integral al presidente Lula del Brasil. En Gaza hay un genocidio y se asesina cobardemente a miles de niños, mujeres y ancianos civiles”. Y después, con orgullo, replica el discurso que, a esa hora, está transmitiendo la televisión nacional: “Si hacemos la paz con la naturaleza, podemos hacer la paz entre nosotros o viceversa”.
¿Qué más se podía esperar? Su conexión con nuestra realidad colombiana está resumida en la frase que lanzó en un evento en el Liceo Francés, el 15 de febrero:
“La misión de la humanidad es el universo. Y que solo nos lo impide estarnos matando entre nosotros mismos. Por tanto, somos etnia cósmica”.