Novedoso proyecto del ITM transforma cáscaras de huevo en mobiliario urbano

Desde paneles y módulos apilables hasta esculturas efímeras de gran escala son algunos de los usos que pueden tener en diseño y construcción.

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¿Qué pasaría si el residuo más común de las cocinas se convirtiera en el material del mañana? Un estudiante de la maestría en Diseño de la Institución Universitaria ITM lidera un proyecto que aprovecha las cáscaras de huevo para la fabricación de mobiliario urbano, esculturas y hasta fachadas que “cobran vida”. 

El proyecto reduce el impacto ambiental. Utiliza materiales biobasados, que son residuos orgánicos o industriales que se degradan mucho más rápido que elementos convencionales derivados del petróleo o con transformaciones que impiden su procesamiento.

Según datos recientes de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia, el consumo per cápita de huevos fue de 315 unidades al año. Esto significa que solo en Colombia se producen anualmente alrededor de 16.250 millones de huevos

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Foto: Alcaldía de Medellín

Si se considera que cada cáscara pesa aproximadamente 7 gramos, la cantidad de este residuo orgánico es abrumadora

“Me di cuenta de que estábamos frente a un residuo de alto volumen que normalmente va a la basura y contribuye al cambio climático”,

explicó Andrew Stevens Osma Cardona, estudiante e investigador del proyecto.

Pero no es solo el volumen; la revisión de estos residuos orgánicos contribuye en un 6 % a la generación de gases de efecto invernadero.

Un aspecto de este proyecto es que va más allá de lo sostenible al poseer la capacidad de no generar impacto ambiental en toda su cadena de valor. 

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La clave reside en la habilidad de estos materiales para degradarse en solo seis o siete días bajo condiciones de alta humedad o al ser enterrados, sin dejar residuos nocivos. 

Incluso, pueden adaptarse y transformarse en otro objeto vivo que se relaciona con el ambiente. 

Uno de los hallazgos es que la composición de las cáscaras permite que crezca musgo sobre su superficie. 

Esto abre un abanico de posibilidades como la creación de fachadas que actúan como microecosistemas, albergando plantas y microorganismos, similar a como el musgo crece en el tronco de un árbol.

A partir de este proyecto se espera generar talleres de cocreación con la comunidad, trabajar con empresas y universidades para desarrollar estructuras y módulos funcionales para la industria, la comunidad y el ámbito académico.

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