No estás perdido…

Hace un tiempo, me despidieron. Sin avisos, sin margen, sin una explicación larga. Un correo, una reunión corta y listo. Se acabó.

Durante días, no sabía qué hacer. Me levantaba sin dirección. Abría el celular por inercia, pero ni siquiera sabía qué buscar. Había pasado haciendo “lo correcto”… y de repente, lo correcto ya no existía.

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Sentía que perdí el piso. Que me sacaron de un juego que ni siquiera sabía que estaba jugando. Y, entonces, apareció eso que nadie te enseña a enfrentar: la incertidumbre. Esa cosa que no te da la cara. No te dice qué quiere. Solo se instala en ti. Te mete ruido. Te paraliza. Te empuja a volver a lo mismo de antes, aunque por dentro quieras gritarle al mundo que no quieres más.

Pero con los días, cuando acepté lo que era y empecé a escuchar lo que quería realmente en vida, vi otra cosa:  una página en blanco. Un espacio nuevo en el que podía escribir algo distinto. Algo más honesto. Algo más mío.

Y fue en ese momento que entendí algo que nadie me había enseñado: el problema no fue quedarme sin trabajo. El verdadero problema era no ser capaz de creer que lo que viene puede ser mejor. Que lo que imaginé en silencio, ahora puede ser real. Que el futuro no es incertidumbre, si no una certeza de vida si  te animás a construirlo desde cero con tus propios medios.

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Créeme cuando te digo: yo sé lo que estás viviendo. Porque lo viví y, a veces, lo sigo viviendo. Sé lo que es abrir los ojos y no saber para qué levantarse. Sé lo que es mirar la agenda en blanco y sentir que eso, en vez de libertad, da miedo. Sé lo que es hacer scroll buscando respuestas que no están ahí. Y sé lo fácil que es pensar que algo hice mal. 

Pero no. Lo que estás viviendo no es el final. Es un reinicio que no pediste, pero que puede llevarte justo a donde siempre has querido estar. Sí, va a costar, no te puedo mentir. Porque construir algo desde cero no es romántico. Es incómodo. Es lento. Es solitario. Pero también es tuyo. Y eso lo cambia todo.

Si hoy te sientes perdido, sin rumbo o sin fuerzas, porque te echaron de tu trabajo, decidiste renunciar, te jubilaste sin un plan, o simplemente emprendiste y no lo lograste, no lo veas como una sentencia. Tómalo como la señal que necesitabas para volver a empezar. Para escribir algo nuevo. Algo que esta vez sí tenga sentido para ti.

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Y si te preguntás: ¿qué hacer cuando todo parece perdido?, déjame darte algunos consejos que a mí me ayudaron a salir del fondo:

  1. Dejá de buscar respuestas. Empieza a escribir tu próxima página. Lo que pasó, ya fue. El futuro no necesita más explicaciones. Necesita movimiento.
  2. Cambia el “no tengo claridad” por “no estoy haciendo algo”. Lo que importa, lo trabajas. Lo proteges. Así sea media hora al día. Lo haces avanzar.
  3. Usa lo digital como trampolín, no como refugio. Cada scroll es una elección: ¿te inspira o te distrae? ¿Te estanca o te impulsa?
  4. No esperes garantías para arrancar. La claridad llega en el proceso, no antes. El que empieza con dudas ya está un paso adelante del que se queda esperando certezas.

Con el tiempo te vas a dar cuenta de algo: el sol también sale mañana. Y cuando elijas hacerlo bien por ti, ya no vas a seguir ningún libreto viejo. Vas a tener la oportunidad de escribir tu propio camino. Con tus reglas. Y entonces, en ese momento, vas a entender que esto que estás viviendo no es el fin.  Es el momento exacto para empezar a vivir la vida a tu manera.

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