No están locos, pero reciben tratamiento especial e inédito
Una joven emprendedora que fundó su propio centro veterinario, con la innovación de hacer diagnóstico y tratamiento sobre comportamiento animal, buscando entender las necesidades de perros y gatos para mejorar su calidad de vida.
No se trata de hacer psicología con animales, ella es la primera en aclararlo: “La terapia no va para el animal, mucha gente piensa que yo voy a hablar telepáticamente con él. Pues no, lo que hago es hablar con las personas que conviven con su mascota, que me cuenten lo que sucede y de acuerdo a eso puedo determinar lo que tiene”, argumenta la veterinaria Juliana Calle, única en prestar este servicio especializado en la ciudad.
Ella es médica veterinaria y zootecnista de la Universidad Ces, con estudios de profundización de etología y bienestar animal. Ha trabajado como veterinaria y asesora en comportamiento animal, siendo esto último su mayor preocupación y punto diferencial con los demás colegas que no son capacitados en ese aspecto.
Con solo 23 años, esta joven lleva cerca de 8 meses al frente de su empresa V.I.Pet, ubicada en la Zona Rosa, en la que ofrece cuatro líneas de servicios. La médica para consultas, cirugías, laboratorio y farmacia; la estética para peluquería; la etológica que es su factor diferenciador, asesorando en problemas de comportamiento y selección de la mascota más indicada para la familia; y la línea institucional, en la que Juliana Calle dicta conferencias y capacitaciones en temas de etología y bienestar animal.
Según ella, es preocupante la falta de preparación de los veterinarios en torno al tema de comportamiento animal, por lo que se comenten errores cuando se encuentran con un caso. “Lo único que hay en el país son entrenadores, y estos no son personas formadas, son personas que no saben de veterinaria y algunos han adquirido el conocimiento de forma empírica”, dice. También recalca que los veterinarios no reciben formación en comportamiento, y que la Universidad de La Salle sería la primera en implementar una cátedra de etología.
Los síntomas
Los principales problemas en perros y gatos que Juliana atiende en su consultorio, son eliminación inadecuada, indocilidad, extrema agresividad con extraños, dueños y otros perros, automutilación, ansiedad por ausencia de los dueños, ladridos compulsivos y depresión.
En algunos casos los problemas médicos generan inconvenientes en el comportamiento, un dolor puede llevar a un tipo de agresividad por miedo. Eso lleva a que necesariamente haya correlación entre la parte fisiológica y el comportamiento.
Juliana también asegura que la mayoría de veces que se realiza el diagnóstico de una mascota, aparecen otros problemas adicionales y que no todos los animales mejoran después del tratamiento. “En la etología el porcentaje de éxito es bajito porque las personas no hacen la terapia; de 10 casos, 6 no mejoran porque no hacen todas las actividades y eso hace que la probabilidad de éxito baje”, dice la experta.
Terapias en familia
Cuando un perro o un gato tienen una cita, este debe asistir con todos los miembros de la familia que habitan con él, ya que con todos se comporta de maneras diferentes, para luego hacer un tratamiento con terapias en familia, para que el animal recupere su alegría o merme su agresividad.
“Acá guiamos a los dueños de las mascotas para que resuelvan el problema en la convivencia de sus hogares, porque son finalmente ellos mismos los que realizan las terapias y las actividades con ellos. Hay gente que todavía cree que uno se va a sentar a hablar con el animal”, dice Juliana Calle.
Después de la cita, en la cual los miembros de la familia comentan sus impresiones sobre la convivencia con el animal, la veterinaria realiza un diagnóstico y le comunica a la familia los pasos a seguir. “Hay que ser cuidadoso en decir las cosas para no tomar malas decisiones o que haya roces entre la familia. Cada persona tiene un punto de vista diferente del animal y este se comporta diferente con cada uno de ellos. La terapia debe ser compromiso de todos para que el problema no empeore”, agrega.
Después del pronóstico, ella diseña un plan terapéutico del que dependerá el mejoramiento del problema, con tareas para los dueños como aumentar el juego con su mascota en casos de depresión, o aplicar la indiferencia cuando se trata de un animal violento. Los problemas también son tratados con medicamentos zoosiquiátricos, de humanos, y en casos extremos se aplica la castración.
Y Martín cambió
Martín siempre fue el perro consentido de la familia Jaramillo, hasta la llegada de Simón, un Golden Retriever al igual que Martín, que la familia recogió en las calles de Barbosa en abandono y mal estado de salud durante la pasada Semana Santa. A su llegada al hogar, Martín no aceptaba que tenía que convivir con alguien más, y sobre todo con características físicas casi idénticas. Fueron cerca de 3 meses de peleas motivadas por los celos de Martín, donde la familia trataba de separarlos, saliendo incluso herida una habitante de la casa.
La familia quería quedarse con ambos perros, por lo que decidieron acudir a la veterinaria Calle, quien les recomendó ignorarlos, no tocar a ninguno de los dos, no saludarlos y dejarlos solos cuando pelearan porque lo que querían era llamar la atención.
Hoy, 4 meses después de la llegada de Simón, ambos se encuentran juntos, y aunque Martín continúa sintiendo celos, los problemas se han reducido y ya es posible jugar con uno sin que el otro se resienta.
“La ayuda de la veterinaria fue genial, si no es por ella estaríamos perdidos. Nos dio documentos sobre el comportamiento de animales y de eso aprendimos, es un servicio único en Medellín y se lo agradecemos”, explicó Sara Jaramillo, quien convive con ambos perros.