No era personal, era miedo

Siempre he admirado la capacidad de las abejas para unirse y crear un panal hermoso y delicioso. Ellas son un ejemplo de cómo debemos trabajar en equipo y lo podemos aplicar en nuestras familias, empresas y en la sociedad. Sin embargo, hace pocos días tuve sentimientos encontrados con una abeja. Sentí una picadura muy fuerte en mi brazo y no entendía qué estaba pasando, alcancé a ver un aguijón pegado de mi piel y solo cuando encontré la abeja enredada en mi camisa pude darme cuenta que había sido atacada por ella. Así es, atacada, ¿suena increíble no? Yo ni siquiera la había visto, estaba conversando con unas amigas y definitivamente sentí que ella me atacó.

Estaba enojada, con el brazo rojo, inflamado y un proceso de infección que me llevó a tomar antibióticos y analgésicos para el dolor. Decidí, entonces, consultar por qué atacan las abejas y encontré algo que me hizo reflexionar. Las abejas atacan en defensa propia cuando se sienten amenazadas, lo que las hace activar su instinto de protección. Algunas de las amenazas pueden ser movimientos bruscos, olores fuertes, colores oscuros o brillantes, sonidos agudos y en algunos casos, error o confusión, ya que pueden quedar enredadas en el cabello o en la ropa de una persona y entrar en pánico al no encontrar una salida.

Cuando ellas atacan dejan su aguijón incrustado y mueren después. Fue ahí cuando entendí que me convertí en su amenaza cuando ella se enredó en mi camisa, ni siquiera me había dado cuenta de lo que estaba pasando, pero era suficiente que ella lo sintiera para que atacara. La reflexión fue más allá cuando entendí que esto no solamente pasa con las abejas, muchas veces hacemos cosas que otros sienten como amenaza y pasa mucho en el mundo de los negocios, cuando nuestro éxito abruma a otros que no la están pasando tan bien.

Es lamentable, porque todos luchamos por salir adelante y no estamos pensando en hacer daño a nadie. Lo importante es tener la tranquilidad de saber que estamos actuando de la manera correcta, que estamos siguiendo un sueño y un propósito superior que nos mueve, aunque esto no disminuye el dolor de sentirnos atacados.

Cuando trabajamos con disciplina y pasión por lo que queremos, el éxito es inevitable, y poco se habla del ruido y sin sabor que esto genera en quienes aún no lo consiguen. No es suficiente subirse a la ola, hay que surfearla, mantenerse de pie y disfrutar el proceso.

Debemos ser conscientes que en muchas ocasiones nos están viendo y siguiendo porque hacemos las cosas bien, cuando un negocio crece rápidamente se convierte en un espejo para otros, en el que se refleja lo que no están logrando y activando sus inseguridades, envidia y miedo a perder relevancia. En el camino vamos a encontrar quienes nos aplauden, quienes nos tienden la mano y hay quienes están esperando a que nos caigamos. Lo que me di cuenta es que lamentablemente también hay quienes en su intento por subir pueden enterrarte el aguijón, ataques silenciosos pero dolorosos en los que el miedo y amenaza que sienten los competidores activan respuestas destructivas incluso para quienes las ejecutan.

¿Mi recomendación? Analizar la situación con empatía, no perder el foco, fuerza para seguir de pie y mantenernos firmes tras nuestros sueños. Y si eres tú quien está abrumado con el éxito del otro, enfócate en tu sueño y en lo que tienes que hacer para lograrlo. No cometas el error de la abeja de atacar por una confusión, de ver amenazas dónde no las hay, en ocasiones esos ataques nos destruyen más a nosotros, es lo que pasa con la abeja que tiene un aguijón con púas que quedan clavadas en la piel y cuando intentan volar, el aguijón queda atrapado con parte de sus órganos internos, lo que inevitablemente causa su muerte.

Finalmente, me di cuenta que la abeja genera más valor cuando trabaja en equipo que cuando reacciona movida por sus miedos.

- Publicidad -

Más contenido similar

- Publicidad -

Más noticias

- Publicidad -