Una de las metas de los padres es que sus hijos sean autónomos y responsables de sus comportamientos, para que se desenvuelvan adecuadamente en la vida, tomen las decisiones que cada situación exige y alcancen su bienestar y el de quienes los rodean.
Lo anterior depende en gran medida de un ambiente amoroso que los adultos establezcan en la familia y después en el preescolar y el colegio, porque son los primeros lugares donde los niños empiezan a recibir la información que les permitirá un desarrollo armónico e integral.
En el primer entorno, el familiar, juegan un papel clave los padres; son ellos quienes generan los primeros lazos o vínculos de amor, que son la base para la formación de la confianza y esta es la que crea el camino para el desarrollo de la autonomía.
¿Cómo crear y desarrollar ambientes amorosos y tranquilos?
- Desde que el niño es un bebé, converse con él sobre muchas cosas; al principio tal vez él no entienda, pero sabe que escucha a quien ama y a medida que el niño crece sus padres lo escuchan y le responden con atención.
- Cuando esté conversando, mire a su hijo a los ojos y acarícielo, las caricias hacen posible que el diálogo sea placentero y desarrolle vínculos amorosos.
- Cuando el niño va creciendo alabe y premie sus éxitos, no premie siempre con cosas. Un abrazo, un aplauso, unas felicitaciones en público, acompañar al niño en una actividad que le gusta, puede ser más efectivo que un regalo.
- Cumpla siempre lo que le promete, así sea una sanción. Esto genera confianza.
- Cuando un padre o los dos se den cuenta de que se equivocaron, pidan disculpas: así los niños verán que sus padres también cometen errores, los reconocen y pueden corregirlos.
- Acompañe a sus hijos a tomar decisiones y actuar de acuerdo con ellas, eso sí, cerciórese estar presente en esta decisión y actuación.
- Evite burlarse y descalificar los comportamientos del niño y de otras personas.
- Para corregirlo evite agresiones físicas o emocionales.
- Haga retroalimentaciones positivas y corrija con amor y paciencia, haciendo uso de un lenguaje positivo y no punitivo. Por ejemplo: evite decir “tienes que”; diga: “debes”.
Por Ángela Ma. González D.
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