“Soy peatón y usuario del transporte público y vivo en La loma de Los Balsos. Las megaobras que están próximas a iniciarse, causarán verdaderos mega atascos.
Me escandaliza ver que más del 80% de los vehículos que ruedan en El Poblado son particulares y lo peor es que el 80% van a mañana, medio día y tarde con un solo pasajero. Qué desperdicio de combustible, qué derroche de lo que esos carrohabientes llaman comodidad, qué toneladas de CO2 le enviamos a la atmósfera de este sufrido planeta. Qué montañerada tan grande la de nosotros los paisas que tenemos que ir a almorzar todos los días a la casa, sin detenernos a pensar en el tiempo que hacemos perder a nuestras empresas. Qué falta de sentido del ahorro: cuánto en desgaste de maquinaria, combustible y mantenimiento del vehículo nos podríamos evitar para aumentar nuestra pensión de retiro. Qué papaya la que damos a los ladrones en cada atasco para que roben celulares, relojes, anillos y bolsos en cada esquina y qué riesgo de accidentalidad el que podríamos disminuir con sólo no ir a almorzar a la casa.
En mis caminatas observo el descaro, la falta de cultura, de cortesía y de solidaridad de muchos dueños de carros particulares (la mayoría señoras encopetadísimas) que a la hora de la salida de los colegios y jardines infantiles que hay por estas lomas, se parquean indolentemente a estorbar el tránsito, mientras sus queridos hijitos salen perezosamente de las aulas. Cómo si no hubiera transporte escolar o no tuvieran con qué pagarlo. Observo cómo los taxistas se están inventando puntos de acopio en cualquier parte, sin que los señores del Tránsito les pongan sus respectivos partes…”.
Sobre mascotas
León Montoya también se refirió al comportamiento de algunos dueños de mascotas:
“Soy permanente caminante de las calles de nuestra comuna y con tristeza he notado lo siguiente: algún tiempo atrás veía a personas que salían a pasear sus perros y dejaban las deposiciones de estos animalitos en los prados, jardines y andenes.
Luego se hizo muy notable y ejemplarizante cuando los dueños de mascotas salían con sus animalitos y en una bolsa plástica recogían los excrementos, anudaban la bolsa y la llevaban hasta la caneca de basura más cercana o posiblemente hasta su casa.
Más tarde observaba yo que detrás de los postes o junto de las cercas a la vera de las calles algunas personas dejaban las bolsitas de excrementos. Estos habitantes de “Antioquia la más educada” empacan el “abono” y lo dejan a disposición de quien quiera utilizarlo o para que los empleados de Empresas Varias lo recojan o, por qué no, para que algún descuidado caminante lo pise y se embarre sus zapatos.
Más tarde llegaron los paseadores de perros y esto se volvió moda. Ya no todos los dueños de mascotas sacan a sus perros, les tienen paseador, cosa que tiene de bueno el hecho de que se ha generado una nueva fuente de empleo.
Lo que ha ocurrido es que las famosas bolsitas de excrementos caninos pululan por todas partes. Indolentemente dejamos tirados los desechos de nuestras queridas mascotas, ensuciando de paso nuestro propio nido y nuestra reputación de ser Medellín La tacita de plata.
Nuestra cultura o educación es solo una pantalla, una conveniencia, algo que exhibimos pero detrás somos indolentes, malos vecinos, ciudadanos descuidados que nos creemos muy cívicos porque pagamos los impuestos para que con ellos le paguen a otros para que recojan nuestras inmundicias.
Medellín será más limpia cuando no sea necesario barrerla tantas veces”.