La habilidad de los menores para dominar la red va más rápido que las restricciones de los adultos. Cómo transformar un riesgo potencial en una fuente de desarrollo de herramientas para la vida: se puede.
Mucho va de la queja “ustedes no sueltan ese celular”, cada vez más corriente entre adultos y sus niños, al propósito de crecer juntos en el uso de las nuevas tecnologías, el desarrollo de herramientas para la vida y el fomento del diálogo en casa.
Esta semana Vivir en El Poblado preguntó si los padres de familia revisan los contenidos de sus hijos menores de edad en las redes sociales. Las respuestas, 42% por el sí en Twitter y 50% a 50% en Facebook , reflejan que hay mucho por navegar y comprender.
Dice Víctor Solano, consultor en reputación digital, que “es una realidad que los menores de edad ya están conectados a experiencias digitales o pronto lo harán”. Una investigación de TigoUne y Eafit lo ratifica: por día los menores de nueve años consumen, en promedio, 106 minutos de Internet. En la franja de diez a 16 años, aumenta a cinco horas. Y eso que hay redes sociales con reserva de admisión.
El 75% de los menores navega sin compañía y en privado. Es tarea en familia definir horarios, lugares y tiempos de uso. Es un tema a tratar la construcción de identidad en la red y el blindaje contra anónimos peligrosos.
En la red hay información, socialización, diversión. Pero hay más, de acuerdo con la estratega digital Perla Toro: delitos de pedofilia y de trata de personas.
En un mundo sin grises, un padre de familia debería optar por la prohibición. Y se bloquearían no solo peligros sino fenómenos ya recurrentes como la mayor dedicación a las redes que al estudio, la alimentación, el contacto personal, el juego, el sueño.
Pero, como señala Solano, la prohibición conduciría a un analfabetismo digital, impensable en esta época. Por eso sugiere la fórmula del acompañamiento: establecer acuerdos entre padres e hijos sobre contenidos adecuados, derecho a la privacidad, seguridad e ilícitos: “hay que proteger a los menores del sexting (mensajes de tipo sexual) o del matoneo”, anota.
Toro señala que “los papás se tienen que capacitar en los alcances y los peligros de la red. Es aconsejable que abran juntos las cuentas en redes y aprendan sobre seguridad; entender, juntos, que dejar un perfil abierto es como dejar la casa abierta, o que montar fotos con el uniforme del colegio los hace fáciles de rastrear”.
Sady Posada, facilitador TIC, plantea: “antes de preguntarnos si debemos revisar, debemos preguntarnos si necesitamos revisar. ¿Como padre he realizado acciones con mis hijos para saber que navegarán de manera responsable y segura?”.
Dialogar, crecer juntos, formar criterio e independencia, prestarse a aprender de ellos, generar más vínculos de confianza… qué mejor que fomentar esos escenarios en casa.
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