Medellín es el personaje

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La mirada cinematográfica de Luigi Baquero
Medellín es el personaje
La óptica del director de fotografía de Lo azul del cielo, último estreno del cine colombiano


Luigi Baquero en el puente sobre la Avenida El Poblado y la calle 30

Un equipo de trabajo con máquinas y cuerdas se encargó del montaje de luces alrededor del puente de la unidad Punta de Piedra, ubicado en el cruce de la Avenida El Poblado con la calle 30. Debían garantizar la iluminación de los personajes que en la noche lo cruzan y desde el cual podían ver una panorámica de la Medellín moderna. Capturar esa Medellín fue la pretensión con la película colombiana Lo azul del cielo, que por estos días ha hecho parte de la cartelera de las salas de cine de la ciudad.

A su director de fotografía, Luigi Baquero, bogotano de nacimiento, Medellín se le convirtió en personaje. Vive en la ciudad desde 1992 y comenzó su carrera con la producción de Muchachos a lo bien, una serie que destacaba esos héroes de barrio que servían como espejo para una sociedad violenta.

La razón por la que participó en la serie, es la misma por la que le interesó la propuesta del director Juan Alfredo Uribe: el tema social. “Yo soy de los que piensa que tenemos que seguir hablando y denunciando lo que vivimos para no repetirlo”, dice. Con esa idea se convirtió en documentalista y teniendo como eje temático el desplazamiento forzado realizó varios productos: Arrancados (1997) con el que ganó en España un premio a mejor documental; Tenemos nuevos vecinos (2004); Multitud invisible (2007) y Espacios con sentidos, libro en el que destaca con fotografías -la mayoría en la comuna 8- la dignidad de los espacios en medio de las adversidades.

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Para narrar historias con imágenes, existen varias especialidades y una de ellas es la óptica. A esta se ha dedicado. La primera cámara se la regaló su abuelo cuando era niño; recuerda que desde los trece años las fotos le quedaban bien. Fue archivador de videos y editor en un noticiero en Bogotá, vio mucho cine, leyó por su cuenta lo que no encontró en la universidad y exploró la historia del arte cuando supo que los pintores hacían los mejores composiciones y encuadres. Luego vio la necesidad de estudiar teoría del color y fotografía y se fue a Cuba, a la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños. Después estudió colorización en Los Ángeles para evitar los errores que revelan los sensores de una cámara, mantener un ambiente y distinguir la temperatura de los colores.

Sentado en un café de la ciudad, nos hace un análisis de las luces frías y cálidas que vienen de los lados y de los filtros que usaría para controlarlas. Habla de la necesidad de un colorímetro, del manejo del historiograma y de las más de 10 formas de amarrar un trípode. Este tema le apasiona tanto, que contagia al que le escucha. Empezamos entonces a observarlo en planos, mientras habla: uno general que deja ver a un hombre de sombrero (accesorio que siempre lleva), un plano detalle para las gafas y otro medio que se enfoca en sus expresiones. “¡Ah y también hago comerciales! Estos me permiten vivir”, cuenta.

Luigi es un coleccionador de lentes. De los 18 que tiene para realizar comerciales, uno de sus preferidos fue fabricado a mano entre 1959 y 1961. “Lo busqué mucho hasta que lo encontré”, recuerda. Anda a la vanguardia en revistas de fotografía, participa en foros y reconoce las innovaciones de las cámaras digitales que salen al mercado. Está seguro de que para ser productor de cine hay que estudiar mucho, que nunca va a haber presupuesto y que todo lo que tiene que ver con esta industria “ vale un infierno de plata”.

Lo azul del cielo en acción
A Juan Alfredo Uribe lo conoció en el año 2000 haciendo un documental del Festival del Burro en San Antero (Córdoba). Este tenía la idea de Lo azul del cielo y allí se la propuso a Luigi. En aquella historia de un secuestro encontraron algo común para llevarlo al cine. La consolidación del proyecto y el rodaje les tomó tres años, y gracias a la Ley de Cine -que propone el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y la reducción de impuestos a empresas privadas que apoyen las producciones-, consiguieron parte del presupuesto (alrededor de mil millones de pesos).

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Durante ocho semanas de rodaje, tres de día y cinco de noche, un equipo de 90 personas coordinó sus esfuerzos. Luigi había analizado con anticipación la cámara Red One y Juan Alfredo había hecho un casting en el que durante cinco meses los actores se preparaban. Aunque decidió abandonar la edición en un momento en que no estuvo de acuerdo con el director, reconoce que este cuenta con una formación envidiable y que es un experto dirigiendo actores.

En la habitación en la que el secuestrado vivía el agobio del encierro, Luigi hizo un homenaje a Caravaggio, “el maestro del tenebrismo”, y utilizó su técnica para iluminar al personaje desde abajo logrando tonalidades con filtros para hacer las veladuras que plantea el artista. Precisamente es la imagen de esta escena la que más le gusta de la película.

En Lo azul del cielo mostró la Medellín que le gusta. “Me parece una belleza el Jardín Botánico, el Acuario, El Planetario… Hay que creer en esta ciudad”, dice al finalizar la charla. “Yo me hice aquí, me conozco la ciudad por todos los lados. Hay calles que veo y digo: esta me sirve algún día. Todo Medellín es bonito, me quiero quedar y seguir haciendo cine con la gente de aquí”.

Amplie información sobre Luigi Baquero y su trabajo en www.vivirenelpoblado.com, www.luigibaquero.com y vimeo.com/luigibaquero.

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