La mayoría de las organizaciones (y las personas que las conforman) tradicionalmente han enfocado sus esfuerzos de relacionamiento en eventos, congresos, reuniones de referenciación y espacios de networking. Este fenómeno, conocido globalmente como turismo de negocios o corporativo, tiene un valor indiscutible, pero surge una pregunta clave: ¿están realmente aprovechando al máximo estas oportunidades?
En los últimos años, he percibido una reactivación significativa en empresas que viajan al exterior para participar en estos espacios o en aquellas que reciben visitantes interesados en conocer nuestros aciertos y desaciertos. Sin embargo, considero que no basta con viajar, asistir y “estar”. Hoy, las organizaciones tienen la oportunidad de ir más allá de lo transaccional y construir conexiones auténticas y significativas que generen valor duradero.
El relacionamiento como pilar estratégico
He sido testigo del impacto positivo que tienen las organizaciones que integran acciones de relacionamiento como parte fundamental de su estrategia. Para lograrlo, es indispensable formularse dos preguntas fundamentales:
1. ¿Con quién me quiero conectar?
Es esencial identificar y seleccionar actores clave: Gobierno, agremiaciones, empresas, startups, o fundaciones (entre otras) y además, definir si el alcance del relacionamiento será nacional, regional o global.
2. ¿Qué pretendo lograr con el relacionamiento? Conocer buenas prácticas, realizar vigilancia estratégica, desarrollar productos o servicios con aliados, o incluso atraer el mejor talento.
Responder estas preguntas transforma el relacionamiento en una inversión de largo plazo, dejando atrás la percepción de que es únicamente un gasto.
De relaciones transaccionales a conexiones humanas
Es crucial recordar que las relaciones no se construyen entre empresas, sino entre personas. No es algo menor, entender y dar importancia a los aspectos sociales y culturales de la otra parte, trascendiendo lo puramente transaccional para generar conexiones genuinas y sostenibles.
Conocer a las personas detrás de los cargos y dedicar tiempo a entender su contexto, motivaciones y valores es clave para construir confianza. La confianza, a su vez, fortalece las relaciones y alinea a las personas con propósitos compartidos, abriendo la puerta a nuevas oportunidades y colaboraciones transformadoras.
Más allá del turismo corporativo
El turismo corporativo puede ser un buen punto de partida, pero no debe ser el objetivo final. Las empresas deben diseñar estrategias que trasciendan los eventos y los encuentros tradicionales para enfocarse en lo que realmente importa: crear relaciones basadas en confianza, respeto y propósito compartido.
Las organizaciones que entienden el valor de conectarse con sus ecosistemas están mejor preparadas para desarrollar relaciones significativas que impulsen el cambio, la innovación y el crecimiento. Las conexiones y el relacionamiento auténtico son la ventaja competitiva más poderosa para identificar y desarrollas nuevas oportunidades.