Marielsa Castro Vizcarra vino a crear desde lo colectivo

Para muchos, la curaduría del arte es un trabajo individual. Una función que consiste en hacer investigación y seleccionar las obras que van a hacer parte de una exposición. 

Sin embargo, para Marielsa Castro Vizcarra, arquitecta, este es un rol que debe ser colectivo. Una dinámica que permita escuchar otras áreas. Un trabajo con los otros actores de la ciudad. Y, en particular, para ella debería ser algo que se caracterice por un amplio componente pedagógico. 

Precisamente, ese fue el rol que esta mexicana llegó a ejercer en el Museo de Arte Moderno de Medellín -MAMM-, tras la partida de Emiliano Váldes, quien ejerció ese cargo durante más de una década.

Si bien, ella estudió arquitectura, siempre ha trabajado en la curaduría. Su primer trabajo profesional después de graduarse, de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, hace 15 años, fue en un espacio independiente que exhibe obras de arquitectura. Allí hacía selección, investigación, gestión, custodia de las obras que se exhibían en ese lugar. En pocas palabras: curaduría del arte, porque, como ella misma lo expresa:

“Entre arte y arquitectura hay muchísimos temas e intereses, son dos disciplinas que se conectan”.

Ella cree firmemente que el curador no es solamente un rol más dentro de un museo. Es una visión. Un sentido. Una voz. Un impulso creativo. Una vocación colectiva. Una cara visible. Un proyecto comunitario.

Su primer acercamiento con Colombia ocurrió en 2017. Se había ganado una beca para investigar museos que se enfocarán en procesos de memoria histórica. “Y, definitivamente, tenía que volcar mi mirada a este país. Porque aquí es algo en lo que se está trabajando desde el Proceso de Paz”, cuenta en detalle la curadora. Su investigación también se centró en su natal México, además de Perú y Chile.

“Estoy acá con la cabeza y los oídos abiertos para escuchar recomendaciones de lo que quieren que suceda en este museo”.

Marielsa Castro Vizcarra, la nueva curadora del MAMM.

Decidió participar en la convocatoria que inició el MAMM para reemplazar a Emiliano Váldes porque este era un museo que ya conocía. Fue pasando los filtros, primero, de 60 aspirantes; luego, de 12; después, de seis; le siguió de cuatro y, finalmente, quedaron dos. Cuando le anunciaron que era la elegida, tuvo que negociarlo con su actual pareja; a la final, ya no está a un solo avión de su natal México, ya está a dos aviones; aunque, “en una ciudad maravillosa, que me ha recibido muy bien, y que tiene muchas oportunidades para crear”, dice.