No por eso María Martínez de Nisser perdió su señorío, o su prestancia, o su dignidad, o su moral. Realmente todos estos atributos elementales de nuestras mujeres quedaron a salvo y hasta se llegaron a multiplicar en los días más difíciles para un pueblo que estaba buscando su libertad afanosamente.
En el hogar de los esposos Pedro Martínez Castaño y Paula Arango Mesa nació esta antioqueña prestigiosa, el día 11 de diciembre de 1812. Su vida de niña no tuvo complicaciones de ninguna naturaleza en Sonsón, su tierra natal. Contrajo matrimonio con el ingeniero sueco Pedro Nisser, en Sonsón, el 29 de agosto de 1831.
Su presencia serena y digna en los campos de batalla representó para el pueblo antioqueño una contribución generosa a la causa de la Independencia. Y así, María Martínez de Nisser honró la lucha y se honró ella misma. Como madre se enfrentó a la dolorosa frustración de perder muy temprano a sus hijos. Como soldado su empeño en el campo de batalla fue singularmente corajudo. Como patriota siempre estuvo atenta a servir sin condiciones. Y como escritora dejó a la posteridad el “Diario de los sucesos de la revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840 y 1841”.
La señora de Nisser constituye motivo de orgullo para el pueblo antioqueño. Su ejemplo clarísimo de amor a la patria confirma una vez más el sentimiento general de las mujeres de Antioquia en busca de la libertad. Pero sin lugar a dudas, su ejemplo fue más positivo y estuvo rodeado de los más diversos comentarios en su tiempo. Tuvo que vencer obstáculos para llegar a la consagración como patriota de primera línea.
Fue por otra parte una mujer bonita, de carácter fuerte, de mucha acción en toda su vida, de fácil palabra; esto último tiene que destacarse por su condición de mujer, pues en su tiempo, por lo general, todos los discursos, las arengas a las tropas, las palabras más encendidas estaban a cargo de los hombres.
Doña María cayó enferma en Medellín y finalmente murió el 18 de septiembre de 1872.