En los años siguientes hizo espectaculares giras por Cundinamarca, Tolima, Valle, Boyacá y, a lo largo del Río Magdalena. Aunque no estuvo presente en la huelga de las bananeras en 1928, el gobierno del entonces presidente Miguel Abadía Méndez consideró que había contribuido a promoverla y durante tres meses la sometió a prisión. Muchas otras veces estuvo encarcelada.
Su oratoria atraía multitudes y las conmovía como nunca ninguna mujer colombiana lo había logrado. Sobresalió también por sus pronunciamientos a favor de la liberación femenina.
Murió sin mayores recursos económicos, el 26 de abril de 1967 en Medellín.