Tenía el mar al lado, cuando recibió la noticia: sería la presidenta ejecutiva de Proantioquia. El anuncio comenzó a correr. Y ante eso, María Bibiana Botero decidió confirmarlo, a través de Twitter. En ese momento, la señal de Internet desapareció. Volvió un día después, y ahí empezó un camino veloz y continuo.
Han pasado seis meses y en este tiempo se ha convertido en la guía de una organización que desde hace 47 años, trabaja para que Antioquia sea mejor.
“Proantioquia ha sobrevivido momentos difíciles”
Muchos han leído sus columnas de opinión, la han escuchado o visto mover con confianza en eventos mientras saluda con una sonrisa generosa o demuestra por qué el liderazgo de las mujeres no implica rudeza ni renunciar al interés en la belleza o al gusto de ser mamá.
Cuando se le pregunta qué significa ser la presidenta de Proantioquia, responde: “una gran oportunidad”. Considera “un privilegio” estar en una organización que puede influir en la vida de muchos y “estar al servicio de una causa lo mantiene a uno con el corazón lleno”, dice.
Sobre su presencia en los medios y posturas sobre temas como el voto, el gobierno local o la verdad, afirma: “La indiferencia no es una opción. Desde Proantioquia queremos promover y defender el buen gobierno, las instituciones”.
Esta mujer que siempre responde la llamada de sus dos hijos o se siente a veces como el personaje de “Elastic Girl”, en ese intento diario de estirar el tiempo y los esfuerzos para combinar bien la vida laboral y familiar, creció junto a un papá científico que le enseñó exigencia y la importancia del debate y la disciplina. Y con una mamá que nació en la costa y le mostró el poder de la alegría; también, el valor de mirar las situaciones en perspectiva, en su importancia real.
Acompañada de un equipo que admira y al que exige, prepara bien sus reuniones, asume con tranquilidad los desafíos, tiene la virtud de lograr que las cosas pasen y entender a otros.
No tiene interés en mostrarse perfecta y por eso también reconoce las dudas eventuales, esas angustias que a veces sentimos todos. Sin embargo y al final, cuenta que le gana el optimismo.