Manuel López nos recibe en la Casa Teatro de El Poblado, lugar donde en ocasiones la Orquesta Filarmónica de Medellín realiza sus ensayos. Esta vez ensayan para el concierto del viernes 15 de agosto, en el que Manuel, violinista y uno de los concertinos de la Filarmed, será el solista del Concierto No.4 para violín, de Mozart.
Nos espera con violín y partituras en mano. El instrumento que sostiene lo encontró un maestro suyo hace unos años en un convento en Marinilla. Cuenta que lo colgaban las monjas de la pared como si fuera un objeto decorativo y, a pesar del descuido, a la pieza alemana le descubrieron madera, literal y figurativamente, para dar conciertos.
La música llama a la puerta
A los 29 años, Manuel ya se ha metido del todo y por todo en la música, pero el acercamiento a este arte se remonta a cuando tenía solo cinco o seis años. A esa edad ya se escuchaban regularmente en su casa el tiple, la guitarra, el clarinete y la bandola, interpretados por sus padres y abuelos, pero fue su papá, ingeniero agrónomo y músico profesional, quien lo llevó a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Antioquia ese día determinante en el que Manuel vio por primera vez los violines. “Uno ve toda esa gama de colores de instrumentos, pero vi primero los violines porque están al frente del público, y le dije a él que quería tocar el violín y que me comprara uno”, recuerda López.
A los diez años, después de estudiar unos años en casa, empezó su estudio oficial del violín en los cursos de extensión de la Universidad de Antioquia. Dos años más tarde ingresó al Preparatorio de Música de la misma universidad. Tuvo además la suerte y el talento de presentarse y pasar, a los 13 años, a la Sinfónica Juvenil de Antioquia. Cuenta Manuel que fue el más joven en pasar la audición. Y así fue como empezó su desarrollo del violín en el ámbito orquestal: “Es como descubrir otro mundo de la música, ya no estás solo o acompañado por un piano, ya estás rodeado de vientos, metales, de una cuerda poderosa…”
Con esas primeras puertas que se fueron abriendo, llegó otra serie de oportunidades. Por medio de la universidad se enteró de la convocatoria para la Orquesta Sinfónica Juvenil de los Países Andinos, organizada por José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel. Con 16 años se presentó a la audición, dos movimientos contrastantes de la Partita para violín solo No. 2 en re menor, de Bach, y una Sinfonía Española, de Eduardo Laló. Más tarde, Manuel hacía parte de dicha orquesta que lo llevó a recorrer Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. En este último país, por invitación del maestro Abreu, también se integró al Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles durante cuatro años, afinando cada vez más sus conocimientos y aprendiendo de grandes músicos y directores.
No hubo entonces un momento definitivo en el que decidiera convertirse en un violinista. El simple gozo por la música lo fue llevando de un profesor a otro y de una orquesta a otra hasta que, casi sin verlo, se volvió una profesión.
Pero el gozo de Manuel por la música, a pesar de practicar todos los días el repertorio clásico para la Orquesta Filarmónica de Medellín, de ser profesor en el programa de Educación Continua de Eafit, profesor en Universidad Adventista –institución donde obtuvo su título–, de dar clases particulares de violín y de ser tallerista de cuerda y primeros violines de la Academia Filarmónica de Medellín, es más amplio de lo esperado. “Me gusta casi todo, tengo un gusto especial por el rock progresivo inglés de los años 70 y 80, pero hasta un vallenato en la costa lo disfruto mucho. Aprendí a sacarle gusto a todo, a conectar la música contemporánea con sus orígenes, a sentir los compositores de antes en todo lo que escucho”.
Este viernes: Mozart
El viernes 15 de agosto, a las 8 pm en el Teatro Metropolitano, López interpretará el Concierto No.4 para violín, de Mozart. Además, la Orquesta Filarmónica presentará la Sinfonía No.4 “Romántica”, de Bruckner, bajo la batuta del maestro Francisco Rettig. La invitación es a asistir al concierto pero por lo pronto les contamos, sin hacerle justicia al entusiasmo y al conocimiento de Manuel, lo que nos contó a nosotros sobre la obra que presentará.
“Evidentemente, lo más relevante es que es Mozart. De los cinco conciertos para violín que compuso, este me gusta mucho porque está en una tonalidad muy alegre (re mayor), y es la tonalidad en la que los más grandes han compuesto conciertos para violín: Beethoven, Brahms, Tchaikovsky”.
La obra tiene tres movimientos. El primero, Allegro, está lleno de vida, con diferentes temas que se exponen de forma continua: uno más masculino, cual llamado de caza, y otro más femenino, con más arabescos. El segundo movimiento, Andante cantabile, es más tranquilo y pausado, casi lamentoso. Finalmente, el tercer movimiento es un Rondeau, con sus diferentes denominaciones, Andante grazioso, Allegro ma non troppo, que, como lo explica López, da fin al concierto de forma tranquila y sutil.