Pocos habitantes en ciudades como Medellín tienen la opción de recreación junto a su casa, eso se logra cuando los vecinos no son solo otros ciudadanos, sino también entidades culturales. El Mamm es ancla de vecindad.
Por: Claudia Arias Villegas / [email protected]
Tomar el ascensor, bajar al primer piso, cruzar la portería, subir las escaleras y llegar a una función de cine no es algo que muchos puedan hacer en Medellín. En la mayoría de los casos hay que sacar el carro del garaje o tomar el bus y desplazarse varios minutos hasta llegar al centro comercial más cercano, con el consabido tiempo que toma, por ejemplo, encontrar un parqueadero libre.
Eso lo tenían claro los promotores del Plan Parcial de Ciudad del Río cuando iniciaron su estructuración en 2004, sabían que una entidad cultural “ancla” resultaría fundamental para la vida de la zona. Giovanna Spera, arquitecta y urbanista que formó parte de este grupo, dice que pensaron en una biblioteca, pero ya el alcalde Sergio Fajardo las tenía asignadas para otros sectores.
Ahí fue que entró en juego la opción del Museo de Arte Moderno, que cumplía una función similar en Carlos E. Restrepo, si bien allí fue primero el barrio. Las conversaciones iniciaron cuando Natalia Tejada estaba al frente del Mamm, en un momento en el que además la entidad se había quedado corta de espacio y existía también la necesidad de mayor proyección.
Spera recuerda que el museo no fue el “punto iniciador, pero sí es el gran elemento de atracción en Ciudad del Río. Decidimos además conservar el edificio de Simesa, no por su valor arquitectónico, sino por ser una huella de la memoria del lugar”. El Grupo Utopía restauró Talleres Robledo entre 2007 y 2009, conservando el espacio de la nave central (Sala de Fundiciones) y la fachada principal con el aviso pintado por primera vez en 1944.
El arquitecto Julián Gómez, quien habita en Plaza del Río, da fe de las bondades de la vecindad, pues siente que se benefician tanto de la calidad urbanística, como de los espacios del museo: “Accedemos fácilmente a la oferta cultural del Mamm, tenemos cine de jueves a domingo o las noches extendidas. Basta con montarnos al ascensor de la urbanización para ver la programación en las carteleras, incluso el más desprevenido se topa con planes que no sabía que habría”.
Hay que aprender de esta experiencia
Para Giovanna Spera, Ciudad del Río cumple con las premisas del urbanismo de cercanía y la ciudad compacta, que permite que las personas resuelvan muchos de los asuntos cotidianos sin grandes desplazamientos. El problema, afirma, es que hoy el sector está saturado: “se planteó un parque barrial, pero resultó siendo un parque metropolitano, lo cual también habla de la falta de espacio público”.
El reto pasa también porque “no somos una ciudadanía formada, no sabemos convivir, entonces muchas zonas, en especial las de uso mixto, enfrentan problemas como parqueo indebido y ruido”. La urbanista considera que el mayor logro de Ciudad del Río es haber constituido la primera materialización del desarrollo de un suelo de renovación en Medellín, junto al río en una zona con todos los servicios, en la cual no había vivienda.
Para el museo, estar allí ha sido la oportunidad de proyectarse a nuevos públicos. En palabras de María Mercedes González, su directora, “ha sido una decisión acertada, en primer lugar para el museo, por el aumento inmediato de visitantes, de unos 7.000 al año en la época de Carlos E. Restrepo a más de 110.000 el año pasado ya con la ampliación. En segundo lugar es una decisión acertada para Ciudad del Río y positiva para los vecinos, porque aunque el museo es una entidad privada sin ánimo de lucro, su vocación es pública, y eso le ha dado una serie de liderazgos frente a la comunidad, no solo en temas de arte, sino en otros vitales como la administración de los espacios que lo rodean. Finalmente fue una decisión acertada para la ciudad, pues al ser un edificio semiabierto, promueve la idea de un museo también incluyente, de un punto de encuentro”.