Pirulo se llama Gustavo Velásquez, de los de El Poblado de toda la vida, de 1936, tocó en los 60 con el Combo Borinquen y con Los Universitarios, y desde hace 8 años presta el patio trasero para lo que define como “un taller del porro para estudiarlo y gozarlo”. Se reúnen desde las 3 de la tarde hasta 20 artistas de todas las edades, tocan, se equivocan, repiten, se ríen y dando las nueve rematan con sancocho. “No es sino llegar con el instrumento: no se niegan ni porros ni comida”, cuenta Gabriel Laverde, bajista y director ejecutivo de La Súper Orquesta, una agrupación que también se nutre de la tertulia.
Es un ambiente sabroso, “estilo Billo´s o Los Melódicos”, como lo describe Roberto Tejada, un melómano sin faltas de asistencia al taller, y aunque no se trate de un sitio abierto al público con lo que se escucha desde afuera, si su guiño no les convence, por la gracia de cinco saxofones y clarinetes, 3 trompetas, 3 trombones, un piano, unas maracas, una raspa, una batería, un bajo, una tumbadora y 3 cantantes, es suficiente para liberarse por un rato y hasta imaginarse que ese pesado comienzo de semana lo está pasando en las tierras del Sinú.
- Publicidad -
|