Simón Posada nos cuenta los sitios para pescar en Antioquia: cerca a Medellín hay lugares en los que el visitante puede pagar para pescar en lago, como El Gaitero, en Sopetrán, o Lago Azul, en Las Palmas, y en los que cobran por libra de tilapia, sábalo o arapaima (también llamado pirarucú).
Al norte, el municipio de Belmira es famoso por la trucha. Incluso, la Alcaldía, afirma Simón, realiza cada año un torneo en el que sueltan cientos de ejemplares al río que lleva su mismo nombre.
El Oriente ofrece diversas opciones. La más popular es la represa de Guatapé, entre este municipio y El Peñol. Este destino es exigente, porque requiere de mucho estudio previo para tener éxito, incluso algunos días aseguran al que va por primera vez no le suele ir bien. Allí se pesca mucho bass, que muchos suelen confundir con trucha, anota Posada.
En la misma ruta de Guatapé, a una hora de allí, se encuentran: San Rafael, donde se halla la sabaleta, que para algunos pescadores es una presa bastante esquiva pero eso justamente es lo que la hace más atractiva.
En ese municipio hay dos embalses muy concurridos: Jaguas y Playas, que son las mismas aguas de Guatapé, pero que por la temperatura, un poco más fría, permite la presencia de otras especies, como la mojarra y el pavón o tucunaré. Estos últimos peces no deberían estar allí, pues “es una especie del Orinoco”, pero desconocidos llevaron algunos ejemplares -lo cual está prohibido- y ahora son la codicia de los deportivos.
Otros lugares predilectos por los pescadores son los ríos Arma y Buey, en los límites entre Caldas y Antioquia, por los municipios de Sonsón, La Dorada y Norcasia, con la sabaleta como objetivo. Por la misma zona se encuentra el río La Miel, con picudas, mueludas o doradas y mojarras. Más lejos de Medellín, el río Nare dispone de estas mismas especies y en Puerto Berrío hay muchos vertientes del río Magdalena que son muy buenas opciones, apunta Quiceno.
En todos estos lugares es posible alquilar botes y hay servicio de guías para emplear tiempo y dinero con mayor eficiencia.
“La pesca como pasión y como deporte, si uno lograra entenderla y vivirla, hace parte del crecimiento de las personas como sabiduría. Le genera a uno algunas necesidades y otras más dejan de ser tan necesarias. Es darse la oportunidad de encontrar un mundo diferente con la excusa de coger una vara y pescar”, cierra Quiceno.