En su acepción blanda son una forma decorosa de evitar la referencia directa a una realidad desagradable. Pero son también una forma refinada de deshonestidad intelectual, de manipulación ideológica, para hacer presentables ideas o situaciones ofensivas, expresadas desde la comodidad del lenguaje políticamente correcto.
Se necesita un traductor especial para medir el alcance real de las palabras. Perdida su independencia, los medios de comunicación han devenido en una especie de boletines empresariales que dan cuenta de los hechos, reales o supuestos, que los dueños del país quieren recrear. La realidad no existe, simplemente se construye.
Intento pues una mínima aproximación a ese diccionario del engaño.
Se llama “locomotora de desarrollo” a la minería de multinacionales que explotan, destruyen, se lucran y se van. Si se trata de un medio de subsistencia para ciudadanos del común, es “minería ilegal”.
Enajenar una entidad pública es “democratizar”. Se pasa por alto un pequeño detalle: si una entidad es pública, es de todos y por tanto ya está democratizada.
Son “Bacrim” las bandas de delincuencia organizada de vieja data que con otros nombres han suplantado al Estado en vastas regiones del país, muchas veces en connivencia con la misma institucionalidad. Una burda manera de solucionar un problema por la vía de desaparecerlo en el lenguaje.
Son “poseedores de buena fe” los que ocupan predios arrancados a sangre y fuego a sus propietarios originales, cuya buena fe no se presume.
“Jugador global” es quien pretende un mercado mundial de productos y servicios distribuido en pocas manos y “práctica monopolística” la pretensión de algún país de controlar sus propias riquezas. La “globalización” apunta a un mundo sin fronteras para las mercancías, pero no para los seres humanos
Pequeños fundos para que colonos y campesinos puedan derivar de ellos su sustento son “unidades agrícolas familiares (UAF)” y están limitadas en su extensión. Grandes latifundios para favorecer intereses particulares son “Zonas de interés para el desarrollo rural y económico (ZIDRES)”. ¡No hay que ser “mago” para saber cuál modelo prevalecerá!Los “acuerdos de formalización” son un mecanismo para resarcir daños ocasionados por incurrir en conductas prohibidas por el código laboral. Quien lo acoja recibe un beneficio en el valor de la multa a que se haría acreedor. Algo así como abuse ahora y pague cómodamente después.
Opera la “reserva tributaria” para facilitar que evasores del fisco reciban el castigo social que merecen por su conducta. Si confiesan el hecho, el mecanismo garantiza que la tropelía se resuelva con una simple multa.
La “tercerización” es una manera de asegurar que los beneficios de una actividad no lleguen en su totalidad a quienes la realizan sino que se queden en intermediarios. La proliferación de empresas dedicadas a este menester “Konfirma” el aserto.
El prontuario criminal de los afines es “acervo probatorio insuficiente”, pero “la convicción personal insuperable” permite condenar disciplinariamente al contradictor con el más leve indicio.
Enajenar un activo productivo estatal a un único proponente se denomina “subasta” y es “defensa del patrimonio público” depreciarlo para malvenderlo.
La venganza se disfraza de justicia, la continuación de la guerra es “resistencia civil” y la enemistad personal entre quienes defienden un mismo modelo político, económico y social es “oposición”.
Son “daños colaterales” las muertes de civiles inocentes en bombardeos indiscriminados.
Es “retención” secuestrar una persona para derivar beneficios económicos o políticos. Erradicar esa práctica no es un acto de elemental humanidad sino una “condición de negociación”.
Ahora asistimos a una explosión súbita de repulsa por la “impunidad,” pero solo la del de enfrente. Las “denuncias de criminales” se creen en forma selectiva. La verdad se atropella a diario. Lo de menos es si lo que se afirma es verdad, lo realmente importante es que la gente lo crea. Son segmentadas las condenas de los delitos atroces. Se estratifican y se politizan el dolor y la dignidad del ser humano.
El concepto mismo de “patria” es una especie de comodín que igual sirve para desarrollar los más nobles propósitos como para esconder las peores intenciones. Lo mismo pasa con el “terrorismo”: derivar dividendos del miedo lo es, pero también lo es que existan más de 25 millones de colombianos bajo la línea de pobreza o de miseria. Ese terrorismo también hay que combatirlo.