La trajo el amor por su esposo, pero quedarse y seguirse enamorando de estas tierras también la llevaron a conformar su familia y a trabajar durante 42 años en el Columbus School.
Por: Claudia Arias Villegas / [email protected]
Profesora de primero, directora de primaria y de programación curricular, vicerrectora y finalmente rectora: estos roles desempeñó Susan Walley de Jaramillo en el Columbus School desde su llegada en 1972, hasta su jubilación en 2016. En Morgan Town, West Virginia (USA) conoció a su esposo Alfonso Jaramillo, mientras este hacía una especialización; él regresó, pasaron un año de noviazgo por carta y tras casarse se radicaron en Medellín.
Con 21 años, Susan se había licenciado en educación y tenía toda una carrera por delante, la cual no tardó en empezar, pues a la semana ya estaba vinculada al colegio. “Me sentía más preparada para trabajar con niños mayores, pero me encantó el contacto con los chiquitos”, cuenta miss Susan, como la llaman sus alumnos.
Una vocación sin reparos
Escucharla hablar en su impecable español, con un acento que no ha perdido, pero que resulta bastante matizado, es querer esta ciudad y a su gente a través de los ojos de una extranjera, si bien ella ha pasado más tiempo en Colombia que en Estados Unidos.
Va recordando todas las etapas: la llegada al colegio en Robledo cuando todavía el ingreso era por rieles; su viaje a hacer un máster en lectura en Morgan Town, el regreso al trabajo; hacerse a un lado de nuevo para la adopción de su hija mayor Carolina, y pasar dos años dedicada a ella; volver al colegio y seguir apostando por la programación curricular, una mejor estructura y recursos; la llegada de su segundo hijo Sebastián; la época de la violencia y la certeza de nunca haber considerado irse; el cambio de sede del colegio…
Hoy mira atrás con gratitud, “hacer lo que uno ama es maravilloso, y la oportunidad que tuve de cerrar mi carrera en el colegio como rectora fue única”. Lleva a sus alumnos en el corazón: “Trabajar con la juventud es sensacional, en cada época tienen su forma de ser y de ver el mundo, y ser testigo de esos cambios es muy enriquecedor”.
Pero ya fue suficiente, ahora goza de su jubilación con su esposo, salir a caminar y pasar más tiempo en la finca; ir a Estados Unidos a visitar a sus cinco hermanos y en especial a su hija Carolina y a su nieto Erick de siete años, pasar tiempo con su hijo Sebastián en Medellín y elegir lugares de Colombia y el mundo para conocer. “Quiero disfrutar”, concluye.