El mal estado de dos de estos árboles, que durante décadas fueron emblemáticos en el parque del mencionado sector, hizo necesaria su tala controlada, la cual fue lamentada por la comunidad.
El pasado miércoles 23 de agosto, expertos del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA, autoridad ambiental) cumplieron con la segunda revisión fitosanitaria y estructural de los dos árboles de caucho (Ficus elástica) que por muchos años adornaron el parque de Santa María de los Ángeles, al sur de El Poblado.
Lea: Ojo, que los árboles no son percheros
Dicha revisión fue exigida por la comunidad del sector, la cual se opuso a la tala controlada que en su momento fue autorizada por la misma AMVA y que debía cumplirse el viernes 11 de agosto, a cargo de personal del Jardín Botánico de Medellín. En esta nueva visita técnica participaron vecinos y expertos independientes, quienes, a la postre, coincidieron en que debían talarse ambos individuos como medida preventiva.
“Presentan un alto riesgo de desprendimiento de ramas y fractura del fuste y, después de realizar un análisis exhaustivo de las alternativas propuestas, esta entidad encuentra que hay argumentos técnicos amplios y suficientes para autorizar dicha tala, teniendo en cuenta el riesgo que representa para la comunidad en general que frecuenta el parque, ya que es alto el flujo de personas y mascotas en todo momento”, consignó en su informe el AMVA.
Le puede interesar: Vecinos logran aplazar tala autorizada de caucho ‘centenario’
En menos de 24 horas, la naturaleza les dio la razón a todos, pues el jueves 24 de agosto se desprendieron espontáneamente varias ramas, de tamaño considerable, de los dos cauchos tan apreciados por visitantes y residentes. “Con eso quedó en evidencia que el riesgo de no talar era muy alto y no había mucho que discutir al respecto”, explicó Julián Gómez Fonnegra, del restaurante La Gracia del Parque.
El lunes 28 de agosto se inició entonces la tala controlada de los dos cauchos del parque Santa María de los Ángeles, con la resignada aceptación de los vecinos, terminando así varias décadas de su existencia como recurso ambiental y ornamental en esta zona marcadamente residencial.