Al cierre de esta edición seguíamos buscando los datos para entender qué pasa actualmente con las cuencas y quebradas en El Poblado y en otros puntos de la ciudad. También queríamos y queremos entender, a profundidad, cuáles son las acciones realizadas por las autoridades para evitar, a toda costa, el riesgo máximo de un deslizamiento. La historia nos da pistas dolorosas de lo que ha estado ahí y no hemos resuelto a tiempo: Villatina(1987) y urbanización Alto Verde(2008).
A estos episodios sumamos otros en los que no hubo víctimas o se pudo llegar a antes. Un
ejemplo reciente de esto es el deslizamiento ocurrido en Los Balsos, el pasado 6 de mayo, y
que nos demuestra que la tierra no conoce de nombres aristocráticos de urbanizaciones ni
de estratos y que, en cualquier momento, por omisión o ignorancia, puede venirse a bajo.
Este último episodio ocurre en un momento vital de la ciudad: este año se fijarán actualizaciones al actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y se revisarán los usos del suelo. Aunque el plan actual fue revisado con rigor, en el momento de su elaboración, su cumplimiento posterior ha generado dudas sobre el papel de las curadurías urbanas, algunos actores del sector constructor y del Departamento de Planeación, entre otros.
El caso de Aguas Vivas también se convierte en un ejemplo de los intereses oscuros que se mueven a la hora de hablar de terrenos en sectores donde la oferta es escasa y el costo puede ser más elevado.
Y las dudas surgen porque, si revisamos los archivos, está el registro de quienes han levantado su voz para advertir. Un ejemplo de esto son las denuncias que la Mesa Ambiental de El Poblado realizó sobre “riesgos de deslizamiento por excesivas construcciones y aguas subterráneas, en esa zona, en el 2011”.
En su momento, los integrantes de este organismo comunitario denunciaron amenazas y fueron acusados de causar pánico. ¿Quién revisó con rigor sus advertencias e hizo seguimiento?
Adicionalmente, en este periódico hemos advertido sobre el riesgo que presentan otros sectores, como el de La Palmera, localizado más hacia el norte de donde se presentó el pasado
derrumbe de Los Balsos.
En este punto específico se habla de una gestión inadecuada del suelo, a propósito de las obras de la doble calzada de la vía Las Palmas. En términos de jurisdicción, parte de La Palmera es de Santa Elena y otra parte es de El Poblado. Las señales de la tierra y las voces de la comunidad están ahí. Lo que suceda, de ahora en adelante, no puede dejarse solo a la naturaleza.