En la parte baja, cerca a Malusa y Mazatlán, por la carrera 35, está el sector denominado El Chispero
“Nos gusta vivir aquí”. Un denominador común de los habitantes de la loma es su cariño por el barrio. Para todos la tranquilidad y la solidaridad son beneficios difíciles de cambiar. También es el caso del sector denominado El Chispero. En la parte baja, cerca a Malusa y Mazatlán, por la carrera 35, está el sector denominado El Chispero; un poco más arriba, al frente del Mall de La Visitación, queda La Olla; de ahí, hacia el oriente y arriba de la cancha y la sede de acción comunal, queda El Morro, y hacia el norte, vecinos de Conavi, Puerto Escondido: en esos cuatro sectores ha quedado dividida la Loma de Los González con el paso de cerca de setenta años de historia y con la respectiva llegada de lo que ellos denominan el progreso.
Antes era una sola y gigante finca que abarcaba los terrenos actuales entre la Avenida El Poblado y el tanque de Empresas Públicas, vecino de la Loma de Los Parra.
870 González
La finca, al menos en la memoria de los González y de los vecinos de otros apellidos, no tuvo nombre. Por eso, contrario a lo que sucedió con Astorga, Manila, Patio Bonito, El Tesoro o El Diamante, Planeación no encontró una manera -la común aquí en El Poblado- de identificar ese sector a la hora de levantar los planos y de separarlo de La Aguacatala en límites y en denominación.
La consulta de Planeación entonces fue por los nombres de los primeros pobladores y su fuente de inspiración fueron los González, herederos de un González quien repartió las tierras de la gran finca. Esos nuevos propietarios se casaron y de ahí surgieron los González Gaviria, González Rave, González González, González Castaño y González Angel. Y gracias a la costumbre de tener muchos hijos -los Ramírez González tuvieron 16- y al paso de sesenta años, la cifra llega hoy a 870 personas con un González en su nombre, aunque sea de cuarto, según un censo hecho por los líderes comunales.
De toda la vida
Literalmente son habitantes de toda la vida de El Poblado. Eso dicen, y lo argumentan con la historia de un sirviente español que, abolida la esclavitud, heredó el apellido de su amo -González – y se asentó en las interminables tierras hoy divididas por la calle 5sur y la Inferior.
Esta historia del sirviente cobra vigencia cada vez que sienten lo que ellos denominan la presión de autoridades y constructores para hacerlos salir. Uno de los casos recordados con menos gratitud fue el del trazado de la Intermedia por una parte del sector denominado El Chispero, trazado que implicaría el cambio de vivienda para 30 familias. “Qué voy a hacer yo en otro barrio bien nuevo, bien forastero y bien viejo. Uno tiene que darle campo al progreso, pero qué tan duro tener que salir de lo que es de uno, del sitio donde vio morir la mamá”, dijo en esa ocasión don Luis Gaviria, habitante de Los González desde 1930.
Para enfrentar todos esos movimientos que ellos identifican como desalojadores, Los González, en compañía de El Tesoro, Los Parra, San Lucas, La Chacona y El Garabato han conformado un Comité Interlomas, cuya bandera es ni invasores, ni clandestinos, sino pioneros. En sólo gonzaleños hay 275 familias que quieren defender su tierra de construcciones, valorizaciones, estratos y demás.
La tienda de Marcos. 42 años de presencia en la loma tiene este negocio de víveres, antes propiedad de Tito Escobar y María Elena Echavarría y hoy a cargo de Marcos Valencia, oriundo de Liborina. La tienda de Marcos es uno de los puntos más tradicionales de Los González.
Solidaridad
Cuando se le pregunta a Bernarda González -39 años miembro de la junta de acción comunal o similares y dos veces presidente- por qué es tan bueno vivir en la Loma, ella contesta que no hay como la tranquilidad del barrio: “Como todos somos familia o conocidos, aquí se puede vivir con las puertas abiertas”, dice, y coincide con doña Rosa Castañeda González -habitante desde hace 50 años- en que eso y la solidaridad son beneficios que no encontrarían en otra parte. Solidaridad eterna, desde la época de los Echavarría y los demás propietarios de las grandes fincas, hasta hoy en día cuando, como lo cuenta doña Rosa, “si sabemos que alguien tiene una necesidad, hacemos bailes y bingos para ayudarle”.
Acción Comunal. La sede de Los González cuenta con consultorio médico, salón de reuniones, miscelánea y hasta una tienda con billares. Este año la sede cumplirá trece años de servir de punto de reunión para Los Gonzaleños. Fue construida por el Inval como parte de la Obra 358 por valorización.
Y tampoco permiten que se pase por alto la labor en ese sentido de la parroquia y de la Fundación La Visitación.
El progreso
Para los antiguos habitantes de la Loma, la construcción de la Transversal Inferior y de la calle 5sur les marcó la vida, pues no sólo dividieron en dos al barrio, sino que también trajeron el progreso: con la Inferior, construida cerca de 30 años atrás, el sector quedó vinculado a El Poblado y a la ciudad; con la 5sur desapareció aquel único camino de piedra que servía para bajar a la iglesia o a las escuelas del parque principal en un viaje de cerca de una hora, y comenzó a subir a la Loma el bus de escalera de Envigado.
Y con las vías llegó la parroquia, la proveeduría -que ofreció mercado y ropa en la Loma y no en Guayaquil- y finalmente las unidades residenciales, San Marino y Monterrey las primeras.
“Con la llegada de los edificios a Los González ha habido cosas buenas y cosas regulares”, dice doña Bernarda. “Regulares porque como nosotros no tenemos finca, ni club, las fiestas las tenemos que hacer aquí mismo y los de los edificios se han quejado porque les hacemos mucho ruido. También regulares porque, por ejemplo con lo de los nuevos estratos, muchos vecinos quedaron en el seis. Pero también hay buenas porque con la construcción de los edificios y la llegada de más gente a la Loma hubo más posibilidades de trabajo”, concluye doña Bernarda González González.