Por Santiago Silva
Comunidad Liderario
El pasado mes de septiembre se presentaron los principales resultados de la iniciativa Hablemos Medellín. Fueron seis hallazgos y ocho mandatos que recogieron los aprendizajes de la experiencia y las preocupaciones y sueños que tienen los habitantes de la ciudad sobre el futuro. Conversaron 1.520 personas durante junio y julio, respondiendo a una pregunta fundamental: ¿qué cambiar, ¿qué mejorar y qué mantener en Medellín? Evidentemente, los resultados, que recogen una agenda de asuntos públicos, es muy relevante para este momento electoral, pero también supera esta coyuntura; los conversadores nos hablaron a todos.
Hay dos asuntos fundamentales que atravesaron las conversaciones en Hablemos Medellín, a los que deberíamos ponerles mucha atención. Primero: el único tema en el que la mayoría de las expresiones fueron de cambio y urgencia, señaladas como situaciones insostenibles, se centraron en las conversaciones sobre política y gobierno local. Las personas reconocen los retrocesos de la ciudad, pero los vinculan a la combinación terrible de ausencia de liderazgos claros y ascenso de fuerzas políticas poco transparentes que ocuparon estos espacios.
Segundo: leyendo los resultados es inevitable intuir una especie de falta de rumbo como causa de muchos de los problemas que señalaron los conversadores. En primer lugar, algunas de las preocupaciones expresadas, como la seguridad, la educación o la transparencia parecen recuerdos del pasado. Problemas que, aunque ni mucho menos superados, hacían parte de agendas que la ciudad venía asumiendo hace un par de décadas. También, asuntos como la preocupación por el abandono de la ciudad, el ornato y el aseo, así como el descuido de políticas sociales que todos dábamos por sentado, nos hablan de lo que hemos perdido; la ruptura sobre los acuerdos de lo mínimo que hace un gobierno en Medellín. Adicionalmente, hay muchos comentarios centrados en los problemas traídos por el turismo y la migración, sobre la imagen de la ciudad y la forma como enfrenta y resuelve sus grandes desafíos. En sus preocupaciones, los medellinenses señalan una ausencia de rumbo, una falta de claridad sobre el futuro que acompaña todas sus preocupaciones.
Ambos asuntos nos ponen tareas urgentes a los actores sociales, políticos y económicos de la ciudad. Renovar y revigorizar el liderazgo público y la gestión de rumbos comunes, más allá de planes específicos, centrados en imaginarios colectivos, que permitan a los medellinenses volver a pensar que la ciudad es un proyecto que los incluye y se preocupa por todos.